En primer lugar, déjame recriminar tu irresponsabilidad por permitir que accedieran al concurso propuestas como ‘Seat Escrito un Crimen’, ‘Seat Asca Seguro’ o ‘Seat Parderrubias’. Ésas no son propuestas; son atentados.

En segundo lugar, me permito felicitarte por tus cuatro elecciones finalistas, empezando por Ávila: qué sonoridad, qué clase, qué concisión. Las otras tres, de cuyo nombre no quiero acordarme, tampoco están mal.

Confío en que, como marca destacada del sector, cuentes con un equipo de marketing que haría temblar el flequillo de Donald Trump. Por si acaso, te ofrezco (de forma gratuita) un par de consejos que nadie con sentido común despreciaría.

¿Cómo vas a ponerle a un coche ‘Seat Aranda’? Te recuerdo que en tu catálogo de vehículos tienes otro que se llama ‘Seat Arona’. No me estarás diciendo que después de un concurso de talla internacional, con más de 10.000 propuestas, te vas a decantar por un nombre igualito que otro que ya tenías.

¿En qué planeta vive el equipo de “expertos” que colocó en la final ‘Seat Alborán’? ¿No conocen a Pablo, el de “tú, y tú, y tú, y solamente tuuuuú”? A menos que se estén planteando decorar los laterales del Seat con la carátula de su último CD, consideraría la elección un compromiso innecesario y confuso.

Lo del ‘Seat Tarraco’ tampoco lo veo. Ni yo, ni el diseñador del logo, que ya estará tirándose de los pelos por las dos ‘T’ que entran en conflicto. ¿Quitas la última ‘T’ de Seat? ¿Quitas la primera ‘T’ de Tarraco? Está la situación como para andar bromeando con quitarles cosas a los catalanes…

Contra ‘Seat Ávila’ no tengo argumentos; a favor tampoco, ya anunciaba en el título que esto era una carta objetiva.