Con su mirada marchita y su pasar meditabundo, Alfredo fue un hombre que siempre antepuso el bienestar de sus seres queridos al suyo propio. Sesudo pensador, con una marcada personalidad filosófica, nos ayudó a muchos a intentar ser felices… aunque fuera a ratos. Fueron muchas las reflexiones y lecciones magistrales sobre la vida, con las que nos despertó a muchos en innumerables ocasiones del letargo al que nos condena el día a día.
Mayúsculo columnista que no dejaba indiferente a nadie, con el que podrías estar de acuerdo o no, pero que siempre brindaba horas y horas de debate a todo el que se sentara junto a él en una mesa. En compañía de sus borrachillos de bar, como el los llamaba cariñosamente, acudía siempre que podía a escribir en soledad, y siempre a mano, en una de esas mesas del fondo del local, donde escuchaba todas esas historias mundanas que luego trasladaba en creaciones.
Hace más de dos décadas se lanzó al mundo de la informática, junto con su socio Carlos de la Ossa, regentando hasta hace escasos meses Ofimática Abulense, uno de esos negocios que parecían estar en nuestra ciudad desde siempre. Allí, junto a su hermano Alfonso, lograron llevar las nuevas tecnologías no sólo a la ciudad, sino también a múltiples pueblos de nuestra provincia donde le guardaban gran aprecio.
Pero él siempre me decía que, por encima de todo, de su profesión e incluso la escritura, se encontraba su actividad favorita: el tenis. Su pequeño refugio de la rutina, donde siempre demostró ser tan competitivo como caballeroso en la pista.
Porque para mi amigo Alfredo, como siempre me decía, lo más importante era meterse en la cama y sentirse contento con tus actos al finalizar el día. Ante todo, él era eso, una buenísima persona a la que desgraciadamente hemos perdido hoy. Deja una mujer y una extensa familia a la que quería con locura.
Tuve el infinito placer de acompañarle en la presentación de sus dos libros publicados y la suerte aún mayor que el hiciera lo mismo con mi última novela. Compartimos la fundación de la Asociación de Novelistas La Sombra del Ciprés y entre tanto, me llenó un baúl entero de recuerdos que ahora como muchos en Ávila, guardaré como un tesoro.
Alfredo Rodríguez publicó en 2013 ‘Intentando ser feliz… a ratos’ y en 2014 ‘María Libertad’. Era columnista habitual de Avilared, donde publicada todos los meses una columna bajo el epígrafe ‘De dentro a fuera’, y colaboraba habitualmente con otros medios.
Descansa en paz amigo mío. (El funeral se celebrará el domingo a las 16 horas en la Parroquia de Santiago).
- César Díez Serrano es miembro de la Asociación de Novelistas La Sombra del Ciprés, de la que ha sido su presidente.
Amigo | Lunes, 10 de Julio de 2017 a las 10:37:26 horas
Lo siento mucho. Magnífica persona y gran tenista.Una pena.
Accede para votar (0) (0) Accede para responder