El proceso iniciado en junio de 2015, con el golpe de efecto asestado por un grupo de cargos públicos y militantes disconformes con la dirección provincial del partido, ha culminado dos años después con la proclamación, como presidente de los populares abulenses, de Carlos García González, que sustituye a Antolín Sanz luego de 17 años en el cargo.

Conforme al resultado del escrutinio, el 95% de votos fue favorable al candidato; una conclusión posible es que la práctica totalidad de los afiliados respalda sin fisuras a su nuevo líder. ¿Qué ha cambiado para que el conjunto del partido cierre filas en torno a Carlos García cuando hace apenas unas semanas la reconciliación entre los dos sectores enfrentados era quimérica? Entonces el senador y exalcalde perdió con un 38,20% ante el 60,81% de votos del vicepresidente de la Diputación.

¿Qué ha podido suceder para que el casi 40% que apoyó al aspirante a perdedor no haya dejado rastro alguno en la votación final? ¿Tan persuasivo ha sido Carlos García estos últimos 15 días, que ha sido capaz de convencer a sus opuestos de las bondades de su proyecto? Evidentemente no. Las razones son otras bien distintas.

De un lado, las ausencias que se produjeron en el congreso, en el que se dieron cita menos compromisarios de los anunciados. ¿El motivo? Pudo ser el evitarse el mal trago que les supondría respaldar a alguien en el que no creen como líder. De otro, la disciplina interna que impera en esta formación política y que llevó a confiar en Carlos García a aquellos que hasta hace unos días le denostaban. De ahí el 95% de votos favorables, pues el porcentaje se basa en los compromisarios presentes, no en el total.

Sin embargo, basta analizar y comparar la composición del comité ejecutivo provincial entrante y la del saliente para darse cuenta de que no es oro todo lo que reluce en el seno del PP, para constatar que en el camino han quedado varios damnificados para mayor gloria de quienes sí han logrado ser promocionados.

Al margen de Antolín Sanz, principal víctima política del proceso y que ya no figuró como candidato en las elecciones generales de diciembre de 2015, entre los primeros puestos del escalafón el gran agraviado ha sido Pablo Luis Gómez, otrora número dos del PP abulense, para quien Antolín Sanz había reservado la presidencia de la Diputación. Eso sí, olvidó un pequeño matiz: escuchar las voces que le aconsejaban aparcar su idea dado el rechazo interno que suscitaba aquel candidato, ahora concejal y diputado provincial. Por eso, llama la atención esta frase del expresidente provincial: “nos hemos portado mal con él”. Si alguien ha quedado mal, en todo caso, habrá sido el propio Antolín Sanz, que prometió un cargo que no pudo  garantizar, como quedó acreditado en el pleno de constitución de la Diputación Provincial.

El tercer perjudicado en discordia ha sido el senador y exalcalde de Ávila, Miguel Ángel García Nieto. Con Antolín Sanz fue secretario general y vicesecretario del PP. Con Carlos García tiene sitio en el comité ejecutivo gracias al cupo de libre designación del presidente provincial, cuota testimonial y reservada para dirigentes en vías de retirada: Miguel Ángel García Nieto; el exalcalde de Ávila (1985-87), Mario Galán; Antolín Sanz;  el procurador José Manuel Fernández Santiago; y el alcalde de Muñana, Luis Pérez.

Más perjudicados: el senador Sebastián González, que acompañaba a García Nieto en su candidatura a presidente, que no aparece entre el más de centenar de nombres que conforman el nuevo Comité Ejecutivo Provincial; como tampoco el eurodiputado Agustín Díaz de Mera.

Por otra parte, a efectos de poder, la capital ha perdido peso en el organigrama del PP en beneficio de la provincia y, en concreto, de pequeños municipios frente a grandes plazas consideradas inexpugnables, como Candeleda, Cebreros o Las Navas del Marqués. De hecho, hasta ahora, los tres principales dirigentes populares estaban vinculados a la capital y ahora solo hay uno: Sonsoles Sánchez Reyes, quien ocupará la responsabilidad  de la Coordinación General.

El segundo nivel del comité ejecutivo provincial, el de las vicesecretarías, vuelve a confirmar que los dirigentes de la provincia se imponen en número a los de la capital. Tres de las vicesecretarías, controladas hasta ahora por militantes de la capital, han pasado a manos de cargos provinciales: Políticas Sociales, Política Local y Política Electoral.

Del área de política local se encargará el procurador y alcalde de Arévalo, Vidal Galicia, algo chocante cuando en el comité ejecutivo autonómico este área depende del teniente de alcalde del Ayuntamiento de Ávila, Héctor Palencia, que ni siquiera figura en el organigrama provincial. Hablamos, pues, de otro de los damnificados, al que le ha surgido como rival directo el alcalde de El Hoyo de Pinares, David Beltrán, situado jerárquicamente por debajo de Héctor Palencia en el comité autonómico pero muy por encima en el comité provincial, al encontrarse al frente de la Vicesecretaría de Organización.

La Vicesecretaría de Política Electoral deja un nuevo damnificado, su anterior inquilino: el delegado territorial, José Francisco Hernández Herrero, avalista en el proceso congresual de la candidatura de Miguel Ángel García Nieto, del que fue mano derecha durante ocho años en su condición de portavoz del Gobierno Municipal. Hernández Herrero llegó a la Delegación de la Junta para contrarrestar los apoyos internos que iba recabando Sánchez Cabrera en la provincia, punto débil del exalcalde de Ávila, pero quien finalmente se ha llevado el gato al agua ha sido el presidente de la Diputación.

Habrá quien lo niegue, en pro de la manida unidad, pero las heridas en el seno del PP de Ávila no parecen cerradas, con la vieja guardia -Antolín Sanz los llama los pata negra-  retirada a sus cuarteles de invierno.