Desde el sábado día 17 y hasta el viernes 23 de noviembre, se celebra en Madrid la XXXVII Sesión Internacional del Programa Model European Parliament. Este programa reúne dos veces al año, en algún punto de la Unión Europea, a jóvenes de todo el continente, inquietos y preocupados, para que debatan, argumenten, y construyan una nueva sociedad.
Estos jóvenes, que no alcanzan la mayoría de edad, tienen en sus manos, y no muy lejano, el futuro de Europa. Participar en esta escuela de democracia les supone apreciar el gusto por los asuntos públicos, y sobre todo, les impulsa a alcanzar grandes metas e ideales. Metas e ideales que nos pueden parecer incluso, inalcanzables.
Durante estos días, los jóvenes europeos debaten en inglés acerca del papel de la UE en los países árabes y su acercamiento a la democracia, sobre las patentes tecnológicas del territorio continental, sobre el futuro del euro, el desempleo juvenil, la protección de la biodiversidad, la estandarización de la educación secundaria en Europa, la propiedad intelectual, el tráfico de seres humanos, la cohesión constitucional de Europa y la igualdad laboral entre hombres y mujeres.
Todos estos, son problemas de nuestro tiempo, que van a ser respondidos por gente de nuestro tiempo, innovando, aportando nuevas soluciones que después serán enviadas al Parlamento Europeo para su posible inclusión en algunas de las normativas publicadas por este.
Observar esto supone un soplo de esperanza, una llamada de atención a todos los que hablan de una administración corrompida por los excesos, a quienes martirizan a los políticos, a quienes empiezan a creer incluso, que es mejor que nadie les gobierne, pues ya se valen ellos solitos.
Este programa destruye, en parte, el famoso tópico de una juventud nihilista y narcisista, que sólo busca la complacencia propia, una juventud despreocupada de todo y ausente en todo. Hay algo más allá de lo general, sigue habiendo gente con ganas de luchar.
Sobre nuestras manos, que apenas han comenzado a luchar, pues no tienen más de veinte años de historia, caen las responsabilidades del mañana. Podremos fracasar en el intento, pues el fracaso va unido al quehacer diario del ser humano; pero nos quedará la satisfacción de haberlo intentado. Estaremos tranquilos de haber luchado con la palabra, para cambiar el mundo. Si entendemos el servicio público precisamente como eso, como un servicio a los hombres y a las mujeres de nuestro entorno, entonces, mejoraremos esta Europa paso a paso y día a día.
Mucho ánimo a los casi 200 europeos que se reúnen estos días en Madrid, estoy convencido que sacaréis grandes ideas y aportaciones. Estoy seguro que vuestro trabajo será, un soplo de esperanza en el que mirarnos cuando al contemplar el mundo nos invada el pesimismo, y pensemos que no hay solución. Claro que hay solución, merece la pena, seguir intentándolo.
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