Se ha identificado como autores del hecho a una pareja de ciudadanos de Europa del Este. La víctima resultó ser un hombre de avanzada edad al que abordaron inicialmente preguntándole por una calle, para después "escenificar su agradecimiento" con abrazos y caricias, lo que aprovecharon para sustraerle el reloj de oro que portaba.

Tras su identificación por parte de los agentes, la autoridad judicial ha dictado una orden de búsqueda nacional, dada la importante movilidad con la que actúan ambas personas, que cuentan con numerosos antecedentes y a las que se vincula a un grupo criminal especializado que actúa en numerosas provincias.

Modus operandi

La Comisaría de Policía ha advertido de estos delitos, denominados hurtos cariñosos, en los que el modus operandi sufre algunas variaciones, pero básicamente se trata del ofrecimiento de favores sexuales o de solicitar información sobre lugares de la ciudad o similares, buscando siempre alguna excusa para abrazar y manosear a las víctimas.

En el argot policial, esta forma delictiva es denominada hurto por el procedimiento del "abrazo", "hurto cariñoso" o “zalameras”, aunque en ocasiones han llegado a convertirse en robos con violencia para vencer la resistencia de las víctimas. En la mayoría de los casos son cometidos por mujeres jóvenes, ayudadas por hombres que se mantienen en un segundo plano, que se encargan de trasladarlas en coche, y que permanecen en las inmediaciones para ayudarlas a huir si son descubiertas.

Víctimas vulnerables

Las víctimas suelen ser personas vulnerables por razón de su edad o de su estado físico, ya que preferentemente abordan a personas de edad muy avanzada o con algún tipo de minusvalía, tratando de minimizar las posibilidades de ser identificados o detenidos. Su objetivo principal es la sustracción de objetos fabricados en oro, como cadenas, medallas, cruces, colgantes o relojes.

En la mayoría de los casos los autores son miembros de grupos itinerantes de Europa del Este, y actúan en solitario o en parejas formadas por dos mujeres, contando siempre con el apoyo de una tercera persona que conduce un vehículo para facilitar tanto la huida como el acceso a todas las zonas de la ciudad a la que se desplazan.

Siempre hacen gala de una gran destreza y habilidad, tanto para distraer a la víctima como para sustraerle sus pertenencias, hasta el punto de no advertir la misma que en ese momento ha sido objeto del hurto de sus efectos hasta que las autoras ya se han marchado del lugar.