Tras el encuentro que mantuvo hace una semana con el Comité de Empresa de la factoría abulense, en una carta el prelado advierte que el cierre de la fábrica provocaría "un impacto incalculable en el conjunto global" de la sociedad abulense.

Confiesa que sigue "con preocupación" las noticias que llegan desde esta empresa, al igual que de otras "con dificultades, arrastradas por una voraz crisis", como Elgorriaga, "cuyos trabajadores pasan meses sin percibir salario", o de Composites, en Arévalo, o de tantos autónomos y pequeños empresarios, "a los que se les exige un verdadero esfuerzo seguir adelante día a día con sus negocios, que tristemente en ocasiones deben cerrar".

"Con todos comparto profundamente mi preocupación y mi oración de creyente y mi esperanza", expresa.

Por este motivo, el obispo hace una llamada a todos, "con todo respeto", para que se comprometan con "el bien común", pero también a los responsables de la multinacional Nissan "para que cumpla sus compromisos, manteniendo el empleo y las inversiones". En este punto, cita al papa Francisco: "todas las actividades humanas, también la empresarial, pueden ser un ejercicio de la misericordia".

También García Burillo ha hecho un llamamiento a los empleados de Nissan, sobre todo a sus representantes sindicales, "para que mantengan el talante dialogante y constructivo" en la defensa de sus puestos de trabajo, de su futuro y de sus familias. También a los políticos, "para que continúen implicándose en la solución de tan grave problema"; a los ciudadanos, "para que sea sensible ante las dificultades" de sus vecinos y se impliquen en la búsqueda de soluciones.