La fábula del rey desnudo viene como anillo al dedo para reflejar la situación actual en la Europa de los mercaderes, una realidad que los oscuros intereses del neoliberalismo globalizador o mundialista se afana en ocultar a los ciudadanos. El plan es el siguiente: los trabajadores europeos –no todos por igual- han conseguido unos determinados sueldos y derechos laborales que obstaculizan a las grandes corporaciones económicas aumentar sin límites sus beneficios, por lo cual, mediante eso que ha venido en llamarse ingeniería social, se idea un cambio extremo cuyo principal factor es el aumento exponencial de mano de obra extranjera que derrumbe los actuales salarios y derechos. Siguiendo esta sencilla receta de la economía neoliberal capitalista, no sólo caerán los sueldos sino que igualmente se producirá el desplome de las legislaciones laborales que amparaban a los trabajadores y que fueron obtenidas durante la Guerra Fría como muro de contención al comunismo. Los gobiernos compinchados, ante esta vuelta al siglo XIX, sólo dirán como suprema autoexculpación: “Es cosa del mercado”.
El caballo de Troya que utiliza la plutocracia para desnaturalizar a las poblaciones autóctonas es el de la inmigración masiva hacia el continente europeo, disfrazándola de refugiados para proporcionarle una coartada humanitaria que destruya la resistencia o instinto de supervivencia de la clase trabajadora nacional de nuestro continente. Del oportuno control social de la opinión pública, mediante la manipulación de la realidad y la mordaza a quienes osan denunciar esta maniobra, se ocupan los grandes grupos de medios de comunicación; todos ellos propiedad de la oligarquía económica o dependiente por completo de los recursos publicitarios que les provee el sistema. De este modo, a cualquier movimiento organizado que se resista a la pérdida de derechos laborales o la sustitución de la mano de obra nacional por la extranjera se le intenta anular mediante los consabidos calificativos de extrema derecha, nazis, xenófobos, racistas, populistas y demás zarandajas del vocabulario de lo correctamente político.
En considerable medida, esta operación de lavado de cerebro ha tenido éxito en cierto número de las naciones europeas porque aún siguen negando que el rey esté desnudo, como en la fábula de Andersen, aunque lo vean por completo en pelotas. Es decir, que todavía los viejos y lacayos partidos del mundialismo -las marionetas de la plutocracia-, y alguno que otro nuevo que aparenta todo lo contrario de los anteriores y va de rompefronteras y flowerpower, no cesan de emitir el efecto llamada a nuevas y gigantescas oleadas inmigratorias hacia tierra europeas, a pesar de que nadie puede obviar que el desempleo y la precariedad laboral se extienden por toda Europa.
En todos los países de la Unión Europea -España no es una excepción, condenada por la UE a ser un parque monotemático de la hostelería-, se avizora un futuro de empleos y sueldos basura, con una competencia cada vez mayorde los foráneos que no dudan en aceptar condiciones antes inasumibles y trabajos por la mitad del jornal de un autóctono. Todo el mundo lo ve, todo el mundo lo sabe, pero muchos han decidido compartir la venda en los ojos, aun cuando individualmente reconozcan lo absurdo de la situación: no hay empleo suficiente para millones de europeos y sin embargo se consientee incluso se estimula la entrada de más extranjeros.
Pero el mayor laboratorio de esta ingeniería social que afecta a toda Europa se encuentra en Alemania. Allí, de un solo golpe, la Merkel ha permitido la irrupción de más de un millón de inmigrantes en un solo año. Proceden principalmente de cualquier parte de África, de Afganistán o de Pakistán, pero a todos se les ha puesto las etiquetas de “sirios” y “refugiados”. El denominador común es que son islámicos. Cuesta creer en la presunta casualidad de este asalto, porque en el mundo hay 56 naciones musulmanas y, sin embargo, con la complicidad de los actuales gobernantes, han preferido colarse por la cara en la conquistable tierra de los infieles. Curioso, ¿no?
A partir de 2015, los “inocentes” y “mansos” falsos refugiados han estado presentes en casi todos los atentados, desde la sala Bataclán y el estadio de fútbol en París, la masacre en el aeropuerto de Bruselas, el ataque a pasajeros en un tren alemán o el arrollamiento masivo y letal de ciudadanos en un mercadillo navideño en Berlín.
Lo previsible sucedió y, a pesar de los continuos cortafuegos y las manipulaciones de la prensa dominada por la plutocracia, ya existe un poderoso despertar en los pueblos europeos que proclaman lo que ven, que el rey está desnudo y que el actual derrotero sólo conduce al suicidio de nuestra cultura. Por eso la Merkel siente pavor en cada una de las elecciones regionales habidas en territorio germano, y nota más frío en su cogote ante el avance de AfD (Alternativa para Alemania), que siendo este un partido sin medios económicos y con toda la prensa del sistema en contra, se ha convertido en todo un movimiento de la rebelión popular contra la invasión.
El mismo instinto de supervivencia, la misma resistencia, el mismo David contra Goliat, la misma legítima defensa de la identidad nacional que caracterizó el triunfo del Brexit –hartos los británicos de la pérdida de soberanía a manos de la corrupta UE- o la reciente caída de Renzi en Italia. Es también el despertar de la clase trabajadora que defiende el derecho a un salario digno, desobedeciendo las consignas lacayas y buenistas -'Bienvenidos refugiados'- de viejos partidos, sindicatos que se pegan tiros en las propias piernas, parásitas ONG, gobiernos y medios de comunicación al servicio de espurios intereses de la Europa de los mercaderes.
Alfredo O. | Jueves, 30 de Marzo de 2017 a las 15:15:16 horas
Acabo de leer este artículo. Me ha gustado; mejor dicho, me ha gustado muchísimo. Es sincero, valiente, dice las cosas como son y destapa el ridículo de los que se empeñan en negar lo evidente:traer más gente de afuera supone inevitablemente aumentar el paro de España. Además el autor sabe lo que dice, sobre todo después de lo de Madrid 2004, Londres 2007, Paris, Bruxelas, Niza, Berlín y otra vez Londres (hace unos días).
Artículos así hacen falta más.
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