La bendición del párroco de la localidad, pasadas las nueve de la noche del lunes, dio paso para que más de un centenar de jinetes a lomos de sus caballos corriesen cuesta arriba saltando más de una veintena de hogueras, donde las chispas de los cascos de los animales eran prólogo de las que salían de las hogueras.

Las hogueras, alimentadas por escobas y piornos mojados, soltaron un espesísimo humo, que dejó una nube sobre la localidad, avistada desde lejos. Y es que el humo sobre los animales es la razón de ser de esta fiesta, cuando hace más de dos siglos eran purificados en la creencia de que así evitarían contagios de enfermedades a raíz de fuertes epidemias que asolaron la cabaña ganadera.

Tras el recorrido a caballo, los rescoldos de las hogueras han servido para asar chuletas, chorizo o morcilla y reponer fuerzas en una edición de las Luminarias que, al caer en lunes, ha contado con menor asistencia de público. GALERÍA DE FOTOS DE LAS LUMINARIAS.