La exposición consta de 32 obras, tanto de pintura (acrílico sobre tabla y fibra de vidrio) como de fotografía tridimensional sobre cartón reforzado y vinilo de calles de ciudades españolas y los interiores de lugares, como el Museo del Prado entre otros.

 El nombre de la exposición procede, según el autor, "por el desquiciamiento del espacio que se produce al observar los cuadros", que él denomina cuarta dimensión, "y que solo se puede entender si se observan las obras a la vez que se camina". El efecto al caminar mirando el cuadro es de movimiento, introduciendo a quien lo mira dentro de la imagen, por lo que se trata de un mecanismo de interacción con el público.

A los alumnos del colegio, desde los más pequeños de tres años de edad hasta los más mayores, les llamó la atención cómo al moverse los cuadros parece que cobran vida, y ha sido "una forma de atraer la atención de los niños a través de una exposición en la que ellos puedan interactuar y sentirse parte de la misma" y "un modo de que muestren interés por el arte".