Se apostó 1.000 euros con los tres espectadores que subieron al escenario para durante casi diez minutos rodearle con una soga, de la que el mentalista se deshizo en menos de siete. Aseguró que nunca ha perdido la apuesta, si bien en una ocasión fue más justo cuando en León uno de los que le ataron era bombero y fue más hábil al usar la soga.

Después, enfundado en una camisa de fuerza, le colgaron de una máquina metálica de un cuarto de tonelada denominada ángel de la muerte, con afiladas cuchillas por alas, mientras ardía la cuerda que accionaba el ingenio. El mago se soltó instantes antes de que cayese el frío sonido de las cuchillas.

Con este espectáculo acabaron las actuaciones en la calle y palacios de 'Ávila mágica', que han reunido a miles espectadores en una programación a la respetado el tiempo que amenazó a mediados de semana. El domingo acaba con 'La magia va por barrios' en establecimientos hosteleros de la ciudad.