Hacía 23 años que la autora de ‘Palabras de Medoro’, el soneto ganador del certamen que convocan la Diputación de Ávila y el Ayuntamiento de Madrigal de las Altas Torres, se presentaba a este premio y ya había obtenido con anterioridad tres menciones y tres segundos puestos.

El próximo 28 de agosto (21 horas) en el convento de San Agustín Extramuros, de Madrigal, donde falleció un 23 de agosto de 1591, Fray Luis de León, Eumelia Sanz recogerá su premio, dotado con 1.000 euros.

El segundo premio, dotado con 800 euros, ha recaído en el poema titulado ‘En la cima gemela de tus pechos’, presentado bajo el lema ‘Morada’, detrás del que se encuentra Manuel Sáenz Alonso, de Zaragoza. Los dos primeros premios son sonetos.

Además, el jurado ha otorgado tres menciones de honor a Nieves Álvarez Martín, de Bezana (Cantabria), pero natural de Mingorría (Ávila), por ‘Sabiéndote’; a Isidro Catela Marcos, de Valladolid, por ‘Madrigal del trombón y de la tuba’, y a Ana Zulema Cóseres, de Buenos Aires (Argentina), por ‘Madrigal en el viento’.

A la presente edición del Premio Fray Luis de León de madrigales se han presentado 150 trabajos, de los que se han preseleccionado 16, según ha indicado el diputado de Cultura, Patrimonio, Juventud y Deporte, Eduardo Duque; junto a la alcaldesa de Madrigal, Ana Isabel Zurdo; y el director de la Institución Gran Duque de Alba, Carlos Luis.

'Palabras de Medoro', de Eumelia Sanz Vaca

Mi amor por ti es la llama que no muere,
me turba tu recuerdo y me embelesa
y es tenaz como el viento que no cesa,
como la hiedra que al trepar se adhiere.

Porque es tu ausencia espada que me hiere,
vivo soñando que tu ser regresa
para el gozo del peso que no pesa
mientras mi alma te dice que te quiere.

Eres al tacto, suave como un nido,
a la vista, jardines de colores,
al sabor, una fruta sazonada,

trova de violines al oído
y fragancia nacida de las flores
al suspiro del aura en la alborada.

'En la cima gemela de tus pechos', Manuel Sáenz Alonso
Ni en tu piel, tan de trigo y tan de arena,
que el verano y el mar, han horneado,
ni en tu pelo, que vuela ilusionado
esparciendo la miel de su melena.

Ni en tus ojos, de mística azucena,
ni en su luz, que me tiene encarcelado:
no amanece, si tú no me has mirado,
brilla el sol cuando olvidas mi condena.

Ni en tus labios, morada obligatoria
en la ronda juglar de mi andadura,
el surco que fecunda mis barbechos.

Ni en tus brazos, recinto de mi gloria.
Sólo anhelo saciarme de ternura
en la cima gemela de tus pechos...