Día Domingo, 30 de Noviembre de 2025
Del Martes, 02 de Diciembre de 2025 al Miércoles, 03 de Diciembre de 2025
Día Sábado, 06 de Diciembre de 2025
![[Img #53531]](upload/img/periodico/img_53531.jpg)
Así como una “feminista” reivindicativa que se vistió de hombre para ir a la guerra y recorrer países orientales, adoptando después este aspecto de forma definitiva como mujer en rebeldía constante.
Jane Henriette Magre, su nombre de pila, tomó el apellido de su marido Marcel Auguste Dieulafoy, un ingeniero de caminos con quien se casó en 1870, siendo también experto también en historia, arqueología, arte, geografía y literatura, y miembro de Académie des Inscriptions et Belles-Lettres francesa que escribió la historia del arte en España con repetidas referencias sobre Ávila.
El matrimonio Dieulafoy compartía todo tipo de inquietudes culturales, académicas y científicas, y ambos cónyuges se prestaban ayuda mutua en todos los estudios, investigaciones y trabajos que desarrollaron.
Y para ilustrar y documentar sus expediciones arqueológicas y relatos de viajes, así como las publicaciones de su esposo, Jane Dieulafoy hizo infinidad de fotografías que en un principio eran reproducidas con gran lujo mediante las técnicas del dibujo y el grabado, y luego en tipografía.
La afición por la fotografía surge en Jane Dieulafoy en su ciudad natal, donde vivía Eugène Trutat (1840-1910), fotógrafo, naturalista y conservador del Museo de Toulouse, y autor de interesantes tratados sobre técnicas fotográficas.
Esta afición nace como una necesidad de retener en imágenes su espíritu aventurero que la llevó primero a guerrear como soldado en la contienda franco-prusiana, luego como expedicionaria en Persia y, finalmente, como intrépida viajera por Europa, Egipto y Marruecos.
![[Img #53539]](upload/img/periodico/img_53539.jpg)
Y a través de la fotografía documentó gráficamente la historia, los restos arqueológicos, la arquitectura y las costumbres de los países y lugares que recorrió, también de Ávila en la docena de imágenes que se conservan.
El interés por el mundo árabe y la pasión por la arqueología y la antropología de la cultura oriental, así como por el retrato de sus manifestaciones artísticas y etnográficas comenzó en Jane Dieulafoy como una simple curiosidad aventurera que pronto dio paso a un creciente desafío.
Con esta idea, Jane Dieulafoy viajó por la antigua Persia en sendas misiones de 1881-1882 y 1884-1886, lo que hizo a caballo como buena amazona, ocultando su condición de mujer con el pelo corto y vestida de hombre con botas de montar y un gorro colonial, llevaba una carabina automática a su espalda y portaba un pesado equipo de fotografía.
Fotografió mezquitas, palacios, puentes, tumbas, cúpulas, pórticos, patios, yacimientos arqueológicos inexplorados, mercados, caravanas, artesanos y comerciantes, hombres y mujeres, zocos y bazares, trabajos en el campo, etc.
De las misiones arqueológicas por la antigua Persia, regresó con trescientas cajas repletas de tesoros que engrosaron los fondos del Louvre cuyas salas fueron bautizadas con el nombre de Dieulafoy.
Entre los hallazgos más importantes se encuentra el famoso Friso de los Arqueros y una parte del Friso de los Leones procedentes del Palacio de Darío El Grande, y ello mereció a Jane Dieulafoy la condecoración de “Caballero de la Legión de Honor” y la autorización especial para vestirse como un hombre.
Su experiencia en Persia la cuenta y retrata en reportajes publicados en la revista “Le Tour du Monde” (1883 y 1887) y en dos lujosos libros titulados “La Perse, la Chaldée et la Susiane 1881-1882” y “A Susa 1884-1886. Journal des fouilles”, bellamente ilustrados con centenares de grabados realizados a partir de las fotografías tomadas en las expediciones arqueológicas.
Igualmente, su marido Marcel Dieulafoy recogió el resultado científico de las excavaciones en los libros “El arte antiguo de Persia” (1884-1886) y “La acrópolis de Susa” (1891-1892), ambos también ilustrados con dibujos, planos y mapas realizados por él mismo, y con fotografías de Jane Dieulafoy.
A partir 1890, Jane Dieulafoy desarrolló una literatura de viajes y una interesante carrera como escritora, articulista y conferenciante. En esta nueva etapa realizó un rico y provechoso periplo viajero que la llevó por Inglaterra, Bélgica, Holanda, Alemania, Italia, Portugal y España donde, al mismo tiempo que aprendió a hablar italiano, francés y español.
Y de ello escribió abarcando materias tan variadas como historia, arqueología, arte, arquitectura, literatura, artesanía, etnología, folclore, geografía, economía, etc., en la misma línea que también lo hacía su marido Marcel Diuelafoy, con quien formó pareja investigadora, intelectual y literaria.
Falleció a los 65 años en Toulouse (Francia), donde había nacido, lugar al que regresó enferma de su última expedición arqueológica en Marruecos.
Las hazañas de Jane Dieulafoy en Persia en la prensa española fueron recogidas con admiración por su singular personalidad, lo que no pasaron desapercibidas y en lo publicado entonces encontramos detalles de una destacada humanista, experta en la cultura persa, mujer exploradora y viajera adelantada a su tiempo y autora de preciosos libros ilustrados con dibujos y fotografías que ella misma hacía.
Así, aparecen referencias y reseñas de su figura en:
“La Ilustración Española y Americana” (1886 y 1907).
“La Ilustración Ibérica” (1892), donde se publica a lo largo de 1892 el diario de excavaciones en Susa mediante 38 entregas con grabados realizados a partir de sus fotografías, igual que había hecho la revista “Le Tour du Monde”; en el periódico “El Liberal” (1896).
En la revista “Iris” y en “La Ilustración Artística” (1902).
En la revista “Alrededor del Mundo” (1904, 1905 y 1909).
En “La España Moderna” (1895, 1906 y 1908).
En “La Última Moda” (1899, 1904 y 1913).
En “Nuevo Mundo” (1908).
En el diario “ABC” (1908).
Y en el periódico “La Época” (1916), entre otras publicaciones periódicas.
De su paso por España, país que visitó con frecuencia, dejó ricos testimonios en artículos y fotografías que publica en la revista “Le Tour du Monde” (1900-1907), y luego en hermosos libros profusamente ilustrados titulados “Aragón y Valencia (1901), “De Toledo a Granada” (1907) y “Castilla y Andalucía” (1908), donde cuenta el viaje que pasa por Gerona, Barcelona, Tarragona, Monserrat, Zaragoza, Sagunto, Valencia, Burgos, Valladolid, Ávila, Segovia, Toledo, Córdoba, Sevilla, Granada, etc.
Estos textos viajeros se publican ilustrados con numerosas fotografías que el editor selecciona de los archivos de Laurent y Lacoste, Lévy, Hauser y Menet, Casiano Alguacil, otras sin identificar autor y muchas que atribuimos a los Dieulafoy.
Como hispanista, Jane Dieulafoy, dio conferencias y escribió sobre “España en tiempos de Isabel la Católica” (1908), la reina abulense de Castilla, lo que le valió la alabanza del diario “ABC” ante la admiración demostrada por Jane Dieulafoy por las “virtudes del pueblo español”, y escribió “La evolución religiosa de España en el siglo XVI” (1913) y el libro “Isabel la Grande. Reina de Castilla” (1920), a la vez que tradujo al francés “La perfecta casada” (1907) de Fray Luis de León.
También fue investigadora y colaboradora de su marido Marcel Dieulafoy de quien fue una inestimable aliada y fiel compañera, con quien escribió “Le Théatre dans L´Intmité” (1890) y “Le Théâtre Edifiant: Cervantes. Tirso de Molina, Calderón” (1907), cuyas las obras se representaban en el escenario del salón teatro de su casa parisina.
Por su parte, Marcel Dieulafoy tradujo “Las Mocedades del Cid” (1907) y “La escultura policromada en España” (1898, 1903 y 1908) y “El Arte en España y Portugal” (1913), un manual que tuvo gran tradición como libro de texto hasta los años cincuenta.
La ciudad de Ávila ocupa en la obra de Jane Diuelafoy un lugar destacado y atractivo, y de ello se ocupa en el capítulo IV del libro de viajes “Castille & Andalousie” publicado en la revista “Le Tour du Monde” nº 30 de 27 de julio de 1907.
Aquí la autora describe la ciudad luminosa que visitó y retrató en la década de 1890, y se detiene con especial atención en su aspecto medieval, en el tradicional mercado frutas y verduras en puestos regentados por aldeanos y campesinos, en las fuentes que abastecen de agua a la ciudad, en los templos donde oran los lugareños, en el teresiano convento de La Encarnación, en el isabelino monasterio de Santo Tomás, y en las figuras de Santa Teresa, Fray Luis de León y el príncipe Don Juan, hijo de Isabel la Católica.
También cita la importancia de la ciudad como lugar de veraneo de la aristocracia madrileña y le llama la atención la voz del sereno que vela por la tranquilidad de los vecinos.
Jane Dieulafoy admira de Ávila su clima, el cielo azul y el sol brillante, por lo que no es de extrañar que en verano sea el lugar preferido para muchos representantes de la más alta aristocracia española, para quienes El Escorial estaba demasiado lleno y ocupado y San Sebastián era muy caro y estaba más lejos de la corte.
Ávila ofrecía entonces tranquilidad, y aquí los viajeros encontraban la relajación y la calma preferible al bullicio, y el silencio frente al ruido de otros lugares más concurridos.
El espíritu de la Edad Media está presente en Ávila por todas partes, tal y como lo describe Jane Dieulafoy, lo que ya se nota al acceder a la misma y entrar en el recinto amurallado al observar los escudos tallados encima de la majestuosa puerta de entrada situada entre los torreones que forman el arco del Alcázar.
Las pesadas puertas de muralla se cierran por la noche como una fortaleza en tiempo de guerra, y detrás de las mismas ya no hay cuadrillas armadas acechando, sólo un funcionario de aduanas ocupa su puesto, mientras que un laberinto de estrechas y sinuosas se dibuja entre la sombra de los altos muros de los conventos y palacios.
En Ávila no están ya los espíritus del inquisidor Torquemada, escribe Jane Dieulafoy, pues desaparecieron como sus secuaces, aquellos perseguidores por las calles desiertas de las almas errantes de las víctimas desafortunadas de su odio religioso fanático.
Así que el único fantasma que podría verse era el de un hombre grande con una capa que le tapaba la cara, armado con una linterna y un bastón largo.
Era el sereno que vigilaba la seguridad de los abulenses proclamando con voz ronca las horas nocturnas como un salmo penitencial, ahogado por el sonido alto y persistente de las campanas de las iglesias y monasterios.
Ávila amanece con la llegada de campesinos de los pueblos, cuenta Jane Dieulafoy. Por la mañana, al abrirse las puertas de la muralla entran los lugareños de las localidades vecinas (de Arévalo, de Cebreros).
Llegan a la ciudad en pequeños caballos o mulas, y ponen en canastas sus mejores frutos, la leche los huevos, los corderos y los pavos a precios inusualmente bajos.
Y añade que los aldeanos llevan ropa de lana gris o marrón, las mujeres cubren la cabeza con pañuelos blancos, y lucen faldas de color rojo o amarillo de tela gruesa.
Y el mismo atractivo rural que Jane Dieulafoy descubrió en la capital abulense y en sus expediciones por Oriente se aprecia en Toulouse, su ciudad natal, donde el mercado de hortalizas y el trasiego de animales que admiró en su visita a Ávila componen imágenes cautivadoras para los viajeros que recuerdan sus raíces campesinas.
La Santa de Ávila es el Santo cuyo nombre ni siquiera necesita ser pronunciado, dice Jane Dieulafoy. Ella es realmente el alma de la ciudad. No hay mendigo, ciego, cojo o infeliz, (y hay multitud en Ávila) que no conozca su historia piadosa, lo que llama la atención de los de los viajeros, como lo hace la figura de Santa Teresa esculpida por Gregorio Fernández (1576-1636), radiante, con un aspecto muy diferente al retrato de Fray Juan de la Miseria que se conserva en el Ayuntamiento de Ávila, sobre el que dejó dicho y recoge Jane Dieulafoy:
“Dios te perdone, Fray Juan, que ya que me pintaste, podías haberme sacado menos fea y legañosa”.
![[Img #53538]](upload/img/periodico/img_53538.jpg)
Y como prueba de aire de santidad teresiana que se respira en Ávila, cuenta Jane Dieulafoy con especial sorpresa que tan pronto como el viajero sale del hotel, aparece un enjambre de niños pequeños que le rodean como pájaros hambrientos gritando entre sollozos sus servicios de guías aventajados.
Y con los ojos chispeantes y la ingenuidad de su edad se ofrecen para acompañar al visitante al convento de la Santa, su capilla y sus reliquias, y relatar sus milagros e historias.
“En el día de mi visita había una fiesta en el monasterio de Santo Tomás”, escribe Jane Dieulafoy en el “diario” de su viaje a Ávila donde presta especial atención en este capítulo a la figura del príncipe don Juan y sus padres los Reyes Católicos.
Y reseña que hasta el monasterio de Santo Tomás de Ávila fue traslado desde Salamanca el cuerpo inerte del Príncipe don Juan (1478-1497), hijo de los Reyes Católicos y heredero de las coronas de Castilla y Aragón. Con su muerte toda España estaba de luto.
“El libro reproduce los retratos de los personajes a quienes se alude en la obra, monumentos famosos de la arquitectura y la cultura hispánicas, cuadros estampas, etc
Ávila se describe en hermosas las fotografías de Jane Dieulafoy a través de trece instantáneas, de las cuales ella misma hizo las siguientes:
Un grupo de hombres y mujeres en la fuente existente junto a la fachada del palacio consistorial que da a la plaza de Zurraquín o del Medio celemín que dibujo J. Lavée.
Un grupo de de tres de paisanos con mandiles de cuero junto a una mesa a la sombra de San Juan y cerca de la posada de La Estrella.
Un grupo de aldeanos con cántaros y una mujer en los soportales del Mercado Grande.
Una imagen de mujer vestida a la antigua usanza.
Una piara de cerdos en el lienzo norte junto a la imponente la muralla.
Una copia del cuadro del retrato de Santa Teresa pintado por Juan de la Miseria que se conserva en el ayuntamiento.
Y un destalle escultórico de la portada oeste de San Vicente, foto que ya sirvió en 1903 para ilustrar el artículo de Marcel Dieulafoy “La statuaire polychrome en Espagne du XIIe au XVe siècle (Aragon et Castille)”, antes reseñado también en el Anuario de la Academia de Bellas Artes de Francia del 25 de noviembre de 1898.
Entre las fotos reseñadas de Ávila, la imagen de la fuente situada junto a la casa consistorial (la misma que ilustra el cartel de la conferencia dada en Ávila el 4 de abril de 2016) se incluyó, como si fuera de Zaragoza, encabezando el capítulo quinto en el reportaje realizado con el título “Aragón y Valencia” publicado en el número 5 “Le Tour du Monde” del 3 de febrero de 1900, lo cual demuestra su singular atractivo y originalidad de la escena retratada.
Y lo mismo ocurre con la foto que hizo Alguacil en 1875 de un mendigo a la entrada de la basílica de San Vicente, la cual sirve para ilustrar el capítulo primero del relato titulado “De Toledo a Granada" publicado en el número 49 de “Le Tour du Monde” del 9 de diciembre de 1905.
Otras fotos insertadas en el texto abulense de Jane Dieulafoy son las realizadas en 1888 por la casa Lévy del interior y claustro de los Reyes del monasterio de Santo Tomás, de la iglesia de san Vicente, y de la imagen de Santa Teresa saliendo en procesión de la iglesia de San Juan.
Se completa la serie con fotografías de Casiano Alguacil tomadas hacia 1875 del claustro del silencio y del sepulcro del infante don Juan en Santo Tomás.
En ellas, la ciudad populosa y monumental sirve para ilustrar el contraste sorprendente que debió suponer la presencia de una mujer temperamental que vestía como un “gentilhombre” de Francia admirando templos y puestos de hortalizas con una pesada cámara al hombro.
Más fotos de Ávila realizadas por Jane Dieulafoy las encontramos en el libro de su esposo Marcel Dieulafoy titulado “El arte en España y Portugal” (1913). La edición española se realizó en 1920 y obtuvo un gran éxito de difusión como manual para estudiantes y público en general.
En esta obra se incluyen, junto a viejas imágenes tomadas en las expediciones persas, las fotos del verraco de las Cogotas que se exhibe en la ciudad, del grupo escultórico de la portada oeste de san Vicente ya publicada en 1903, de la puerta de la muralla llamada de san Vicente, de parte del lienzo norte del recinto amurallado, y del ábside de la catedral.
Y a las fotos de Jane y Marcel Dieulafoy incluidas en el libro de arte español se suman otras vistas de otros autores, como las de la portada del palacio de Valderrábanos y el interior de san Vicente fotografiados por Laurent en 1878 y 1885, y del pórtico de San Vicente retratado por Lucien Lévy en 1888.
También añadimos, por su relación con Ávila y su historia, las fotografías de las pinturas reproducidas en el citado libro del arte en España tituladas “La Virgen de los Reyes Católicos”, del siglo XV, procedente del monasterio de Santo Tomás.
El retrato de la marquesa de Nájera (esposa de Ramón del Águila) que hizo Antonio Poza, cuadro que estuvo atribuido a Goya hasta 1965 y era propiedad del duque de Valencia quien residía largas temporadas en su palacio de Ávila.
“El testamento de Isabel la Católica” de Eduardo Rosales (1836-1873).
Y “El enano Gregorio el botero” (1907) con la muralla al fondo de Ignacio Zuloaga (1870-1945).
Sin olvidar aquí las referencias a la pintura de Pedro Berruguete (1450-1504) y la pintura del “Auto de fe” procedente del monasterio de Santo Tomás, así como la escultura de Gregorio Fernández (1576-1636) que esculpió a Santa Teresa, y el “Éxtasis de Santa Teresa” que modeló Bernini (1598-1680).
Destacando también cita que se hace al escultor Aniceto Marinas (1866-1953), quien veraneaba en las Navas del Marqués y vivió en Ávila dejando muestras de su importante obra en un hermoso bajo relieve dedicado a “Minerva” que preside la escalera principal del consistorio.
Con todo, la ciudad retratada por Jane Dieulafoy nos enseña aspectos singulares de la ciudad rural y monumental, campesina y señorial a la vez. Con ello la autora pretendía su promoción y divulgación entre el público francés acrecentando su atractivo entre los viajeros de la época.
Y muestra de ello es su reportaje literario ilustrado con las fotografías que rescatamos de la bibliografía citada y del archivo de Joaquín Hernández Álvarez, donde encontramos interesantes originales vistas del Mercado Grande con la chiquillería y las mujeres en la fuente que ocupa el solar de la antigua alhóndiga, de la Calle Don Jerónimo con el gentío y la caballería que transita, y de la entrada a la ermita de San Segundo con devotos junto al crucero, algunas de las cuales ya reprodujimos en “La Muralla de Ávila” (2007) y en “Avileses” (2009).
Finalmente, descubrimos en la obra de Jane Dieulafoy una encomiable pasión por España, su historia y su arte, y especialmente por la literatura del siglo de oro y personajes históricos de entonces, con quienes desde Ávila buscamos puntos de encuentro hasta coincidir con Isabel la Católica, Santa Teresa, Fray Luis de León, Cervantes, Calderón, Tirso de Molina, etc.
Lo que demostró en sus fotografías, libros, artículos, conferencias, promociones teatrales y mecenazgo cultural, lo que supuso un merecido reconocimiento por parte de la prensa española, no sin cierta envidia sana.
Y en medio de esta pasión, mezclada siempre con sus antiguas experiencias orientales y un afán encomiable por retratarlo todo, Jane Dieulafoy quiso dar testimonio visual de sus descubrimientos y compartir sensibilidades e identidades culturales, incluida la abulense.
Y ello fue llevada a cabo adoptando una inusual personalidad reivindicativa del papel de la mujer como precursora del incipiente movimiento feminista y luchando por su la igualdad en la sociedad y la cultura.
![[Img #53535]](upload/img/periodico/img_53535.jpg)
Oficina en Ávila de Caja Rural de Salamanca
Día Domingo, 30 de Noviembre de 2025
Del Martes, 02 de Diciembre de 2025 al Miércoles, 03 de Diciembre de 2025
Día Sábado, 06 de Diciembre de 2025
Día Sábado, 22 de Noviembre de 2025
Del Jueves, 04 de Diciembre de 2025 al Sábado, 06 de Diciembre de 2025
Día Miércoles, 10 de Diciembre de 2025
Día Viernes, 19 de Diciembre de 2025
Día Jueves, 04 de Diciembre de 2025
Día Sábado, 06 de Diciembre de 2025
Día Miércoles, 17 de Diciembre de 2025
Día Domingo, 21 de Diciembre de 2025
Día Domingo, 30 de Noviembre de 2025
Día Jueves, 04 de Diciembre de 2025
Día Sábado, 06 de Diciembre de 2025
Del Jueves, 04 de Diciembre de 2025 al Domingo, 07 de Diciembre de 2025
Del Sábado, 13 de Diciembre de 2025 al Lunes, 15 de Diciembre de 2025
Del Miércoles, 17 de Diciembre de 2025 al Domingo, 21 de Diciembre de 2025
Del Miércoles, 24 de Diciembre de 2025 al Martes, 06 de Enero de 2026
Quizás también te interese...
Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.153