Al coincidir en sábado la víspera de la fiesta de los animales, acudieron más espectadores y más equinos y jinetes a saltar sobre la veintena de hogueras plantadas en las pendientes calles de la localidad.

Calor junto al fuego, y un poco más allá cero grados, con una masiva afluencia de personas que se unieron a una tradición festiva que se remonta a la purificación de los animales con el humo, que expulsaba los malos espíritus, a raíz de una epidemia en el siglo XVIII. El humo fue menor al otras ocasiones porque los piornos y retamas, recogidos el fin de semana anterior y que alimentaron las hogueras, no tenían excesiva humedad

Poco después de las nueve de la noche, el párroco bendijo a los animales desde un balcón y dio la bienvenida a los numerosos visitantes. Los jinetes desfilaron sobre caballos y yeguas, junto a algún asno, a través de las hogueras, precedidos de dulzaina y tamboril, antes de que saltasen a trote o a galope sobre ellas.

"¡Vamos, Juan!", "¡Venga, Paco!" se oía entre quienes animaban a sus jinetes amigos, aunque sin duda el más vitoreado fue el jinete que iba a lomos de un burro.

Las chuletas, la morcilla o el chorizo sobre las brasas fue el siguiente capítulo de una fiesta que concluye de madrugada, y que en los últimos años ha sido potenciada por la Asociación de Amigos de las Luminarias y Amigos del Caballo. VER FOTOS DE LAS LUMINARIAS.