La comitiva fue presidida por el silencio en una procesión marcada por el silencio y, a veces, el paso rápido, como tras la salida del cementerio, cuando arreció la lluvia.

El homenaje a los cofrades difuntos del Patronato de la Santísima Trinidad y Nuestra Señora de las Vacas partió a las 16 horas de la ermita y, tras un alto en la ermita del Humilladero, donde se unió el Patronato de la Santa Vera Cruz con su estandarte de difuntos, llegó sobre las 17,15 horas. Antes hubo que proteger con plásticos los estandartes y la imagen, si bien la virgen llegó al camposanto sin cubrir.

En el cementerio se  realizó una ofrenda floral ante la cruz, y la imagen fue trasladada hasta el pasillo central, donde se rezó un responso a la vez que Virgen de las Vacas giró para mirar hacia todas las sepulturas. El cántico de la Salve sirvió para regresar con más de un centenar de personas bajo paraguas formando la comitiva.

Con la oscuridad llegó la procesión a la ermita del Humilladero, donde tras un intercambio de diplomas conmemorativos entre ambos patronatos, la procesión partió con la virgen sin tapar y los acompañantes portando velas, llegando a las 19,30 horas a su barrio.