Obras de artistas emergentes, un menú con más de 19 platos en miniatura y cuatro tipos diferentes de bebidas se han mezclado en una iniciativa que ha tenido su punto de partida -el jueves- en el restaurante Soul Kitchen, para continuar en la calle Vallespín, donde unos raperos sirvieron unas cervezas artesanas y varios artistas urbanos les han acompañado a ritmo de música.

Los dos primeros platos de un menú  de comida rápida, servida en bolsas de papel -hamburguesa de salmón en pan negro y un mini perrito caliente-, han irrumpido en este momento de la noche, elaborados por el cocinero Pedro González Matos, con degustación de Cerveza Mustache.

Al pie de unas escaleras medio en ruinas, los participantes han podido descubrir el escenario final: las ruinas de una antigua carbonería en la calle Hornos del Conde, un garaje “clandestino” que ha ido abriendo sus puertas para dejar ver las obras de arte de los abulenses Álvaro de Matías, Albano Hernández, Leo López y Dani Prusia; la donostiarra Blanca Lasheras; la madrileña Inés Maestre; el colombiano Danny Saltarén y el chileno Jorge Arancibia, al son de la música de un grupo de jazz.

La iniciativa quiere ser exportada a otras ciudades.