Se necesita que se de a conocer la tragedia y así se contribuye a que se piense en la incomprensible acción de los terroristas, sean quienes fueren. Curiosamente ocurrió un día antes de las elecciones generales y hay algunos libros escritos sobre una dudosa procedencia de lo ocurrido (ver el libro 'La cuarta trama. Verdades y mentiras en el caso del 11-M', por José Mª de Pablo Hermida).

Pensé en preparar una escultura como recordatorio de la tragedia del 11-M. Los escultores que viven de ello cobran millones de las antiguas pesetas por hacer algo que no se entiende con chapas de acero, o hierro barato que está siempre oxidado; así que puse manos a la obra.

Una “escultura” pensada en las víctimas del terrorismo se tiene que basar en el monumento junto a la estación del ferrocarril de Atocha, en Madrid, que es circular o sea un cilindro, según se ve en la foto.

En el de Atocha están los 198 nombres de los fallecidos y se pueden ver desde el interior del monumento oficial, lo que sustituí por agujeros donde se pueden meter mensajes y escritos diversos, para lo cual me basé en lo que hacen en el Muro de las Lamentaciones de Jerusalén; se pueden poner papeles de forma interactiva con los nombres de alguien que falleciera en tal acto.

Al monumento oficial le puse 15 cinchos que significan la protección a la vida, así como los años en los cuales las personas amamos más a la vida.

El mío está hecho en acero inoxidable de mejor estética que el acero oxidado.

Pensé regalarlo a Ávila, pero al no encajar lo regalé al pueblo de Yecla de Yeltes (Salamanca), con quién me unen ciertos lazos por parte de mi madre. La razón real de estar en Yecla es porque una joven de este pueblo murió en tal acto terrorista.