El jurado, que no ha alcanzado la unanimidad en su decisión, ha considerado que el agente no es culpable de un delito de homicidio del que estaba acusado.

El 14 de junio de 2009, el fallecido, con iniciales R.H.C., emprendió una huida desde La Adrada cuando la Guardia Civil le dio el alto para que se identificase. La persecución provocó que uno de los vehículos del Instituto Armado se saliera de la carretera y volcara, hasta llegar a Villamanta, donde quedó rodeado por varias patrullas.

Al verse acorralado, el fallecido dio marcha atrás y golpeó a uno de los agentes, que cayó al suelo, en una acción iba a repetir, para atropellar a este agente, pero que se vio interrumpida por los disparos que efectuó al coche el agente ahora absuelto.

Entre las pruebas presentadas, varios testigos de los hechos han acusado al conductor fallecido de haber colisionado contra ellos e intentar sacarlos de la calzada.

Se da la circunstancia de que la persona fallecida padecía trastorno bipolar y su familia logró reabrir en 2011 el caso ante la Audiencia Provincial de Madrid, a los dos años de su fallecimiento, después de que el juez de Navalcarnero (Madrid) que instruyó la causa no apreciara delito por parte de los agentes y sobreseyera la causa.