Lo cierto es que el hombre durante su historia siempre ha tendido a vivir en grupo, no le ha gustado nunca la soledad, y dentro de ese grupo ha predominado el jefe, el guía, respetado e, inclusive, venerado por los demás miembros del grupo, pero además investido de potestad y poder sobre todos. Ese poder lo ha buscado y lo ha conseguido, bien por obediencia de los miembros del grupo, o a través de leyes, costumbres o de artimañas, guerras, traiciones, apaños, negociaciones u otros medios. Recordemos Grecia, Roma, Edad Media, Inquisición, luchas entre reyes, luchas entre Iglesia y estados o reinos…

Cuando hablo de la unión en la Unión Europea no me refiero a la unión material como fronteras, libre circulación de personas, unión monetaria; más bien me refiero a esa unión de solidaridad, de igualdad y de respeto que debe ser la identidad de todos los estados miembros. No al poder, ni abuso del mismo, ejercido con esas malas artes de las que he hablado, en detrimento de otros estados más débiles, en definitiva, con los estados miembros sureños (España, Grecia, Portugal…).

La Unión Europea es la última concreción de la secular utopía de la unidad europea, en ella se dan cita elementos heterogéneos de carácter político, económico, jurídico o social. Se trata de un proceso iniciado en la segunda mitad del siglo XX, que desde el tratado de Westfalia (siglo XVII) hasta el final de la II Guerra Mundial no había conseguido encauzar pacíficamente las relaciones entre los pueblos de Europa.

Analizando a fondo el primer tratado llamado de la CECA (Comunidad Europea del Acero y del Carbón), en el que el ministro de Asuntos Exteriores francés Robert Schuman realizó una declaración unilateral proponiendo a la República Federal Alemana la puesta en común de sus producciones de carbón y acero, y la institución de una nueva autoridad, cuyas decisiones vincularan a Francia, Alemania y los países que se adhieran a la misma con el fin de establecer los primeros cimientos concretos de una Federación Europea, indispensable para la preservación de la paz. Ya Francia y Alemania, “salen al ruedo” en esta ocasión para poner sus producciones de carbón y acero bajo el control de una alta autoridad. ¿Manejada por estos dos países? El Canciller Alemán Adenauer mostró su aquiescencia y a ella se sumaron Italia, Bélgica, Holanda Luxemburgo.

Desde la entrada en vigor de este tratado, 1951, han ido surgiendo otros a lo largo de la historia hasta llegar al TRATADO DE LA UNION EUROPEA, aunque después de éste se ratificarían otros como el de Ámsterdam, Niza…: cito algunos sin entrar en sus entresijos, pues cada uno de ellos tenía algún fin, bien para la defensa. Mercado Común (Comunidad Económica Europea): energía atómica (Euraton), etc. Pero si profundizamos nos damos cuenta de  que Francia y Alemania siempre han negociado con tiras y aflojas para salir beneficiados en los acuerdos. Vamos, en mi modesta opinión, algo parecido a lo que sucede en la actual Europa, sobre todo con Alemania, cambiando a Adenauer por Ángela Merkel. Ya en 1963, ante la solicitud británica de adhesión a las Comunidades, Francia, a través del general De Gaulle, pues era muy reacio a ceder soberanía en beneficio a una instancia supranacional, vetó su entrada, lo que produjo la primera crisis de las Comunidades.

El tratado de la Unión Europea deroga o modifica tratados anteriores, incluyendo en su articulado disposiciones relativas a la política exterior y de seguridad común, disposiciones relativas a la cooperación en los ámbitos de justicia y de los asuntos de interior. Pero uno de los elementos claves fue el establecimiento gradual de una Unión Económica y Monetaria, declaración de moneda única el euro. (Del que probablemente, como apunta el político Gaspar Llamazares, tendremos que salir)

Largo recorrido el de la Unión Europea, largas convenciones, tratados, vetos, inclusive abandono de negociaciones por parte de algún representante (Francia abandonó una negociación por no estar de acuerdo con las políticas de la PAC (Política Agraria Comunitaria), llamando a ese abandono ‘LA CRISIS DE LA SILLA VACIA’.

No podría otro país que no fuera Francia o Alemania vetar acuerdos, abandonar negociaciones ante políticas y directrices de estados dominantes como el alemán, que con sus exigencias y, observando, con la vista puesta en  los bajos intereses de su deuda soberana, cómo los mercados atacan con sus malas artimañas y poderes financieros, engordando las  primas de riesgo de  países miembros de esta Unión, a economías de países que obligados por sus gobernantes y por motivos de cesión de su soberanía a la Unión, ¿tienen que asumir políticas  antisociales encaminadas a que se enriquezcan unos miembros y lleguen al umbral de la pobreza ciudadanos de otros estados? Pues no; en la UNIÓN no hay unión; hay intereses políticos y financieros para ejercer el poder, poder absoluto como en tiempos pasados, para dominar al grupo, olvidando que el pueblo es soberano, aunque claro, la soberanía del pueblo se dejó en manos de la Unión Europea, pues para pertenecer a ella se cedió soberanía inclusive reformando nuestra Constitución.

Lo que necesita la Unión es justicia para todos, solidaridad para todos, igualdad entre miembros de los estados, y una UNION BANCARIA, IGUALDAD FISCAL (aunque con pérdida de soberanía de los parlamentos, pero ya hemos perdido mucha; hasta nuestro presidente Rajoy ofrece todo el patrimonio soberano como garantía de la deuda a cambio de financiación), ARMONIZACION FISCAL, IGUALDAD LABORAL.

Queremos una  Europa con todas las garantías, tanto en obligaciones como en derechos, pero para todos los estados miembros y sus ciudadanos. De no ser así llegará un día en que el euro, esa moneda única del Tratado de esta UNIÓN desunida se quede para los estados que fundaron la CECA.