Raro es el integrante de las listas del PP que no se ha hecho una foto con el atril, al que, incluso, han pensado en poner ruedas para manejarlo de una forma más cómoda. Se ha visto portearlo, al menos, a Héctor Palencia, Rubén Serrano y Francisco José Hernández.

Quienes no han podido hacerse la foto con el atril y tampoco han hecho campaña han sido las candidatas populares que se han convertido en madres: Patricia Rodríguez Calleja, número cuatro en la lista municipal, tuvo a su hijo Antonio poco antes de comenzar la campaña y se la pudo ver al final de campaña en una reunión sobre deportes; pocos días después -el día 11-, la número 19, María Teresa Veneros, dio a luz a Camino, su segundo vástago.

De padres a hijos se han pasado la candidatura del PP en, al menos, dos municipios de la provincia; ambos, en el Valle del Tiétar.

En Higuera de las Dueñas, tras una treintena de años siendo alcalde, Juan Díaz Jaro ha cedido el testigo a su hijo, Juan Díaz Alonso, con el ánimo de renovar la confianza que los vecinos depositaban en el padre en las elecciones y aprovechando que el hijo protagoniza alguna que otra portada en revistas del corazón,  tras su matrimonio con Gema Ruiz Cuadrado, ex de otro político, Francisco Álvarez Cascos.

Que el padre ceda el testigo no significa, sin embargo, que el actual alcalde deje de estar en el Ayuntamiento, pues concurre en la lista encabezada por su heredero en el puesto número seis.

Un caso parecido ocurre en Gavilanes, donde su veterano regidor, Antonio Padró, ha pasado el testigo a su hijo, Luis de Cristo Rey Padró del Monte.

A la candidata de IU al Ayuntamiento de Ávila, Montserrat Barcenilla, unos vecinos de la ciudad le negaron coger la propaganda que les tendía porque creyeron que pertenecía al PP y tuvo que aclararles que no para conseguir darles un díptico, mientras que a Manoli Prieto, candidata de Ahora Decide, se le acercó un día un joven en el barrio de San Esteban para saludarla muy efusivamente y confesar que era la primera vez que iba a votar y que le había convencido con sus propuestas, por lo que su primer voto iba a ser para ella.

Otro vecino admitió que no se había leído el programa, pero que la votaría porque quería que la próxima alcaldesa de Ávila fuera “tan alta, tan guapa y con tanta presencia” como ella.

La formación que, al igual que Ahora Decide, se ha identificado en sus carteles con el color verde ha sido Vox, a cuyos candidatos les han preguntado, dudando sobre la prometida eliminación de la zona azul de estacionamiento que llevan en su programa, que de qué color la iban a poner.

Cuando los candidatos de esta formación se dedicaron a empapelar de carteles la fachada de un edificio, propiedad del familiar de uno de ellos, fueron alertados por la Policía Local, a quien había avisado mediante un tuit a Emergencias Ávila. Les avisaron que el hecho iba contra la normativa municipal y en pocos minutos los retiraron, en menos tiempo que el empleado en pegarlos.

El coleccionismo de pegatinas políticas que se popularizó en la Transición todavía sigue vivo, a pesar de que este sistema propagandístico apenas se utiliza ya. Los partidos políticos siguen recibiendo cartas postales de coleccionistas demandando tal elemento de la campaña.

La verdad es que ya son pocas cosas las regalan los candidatos, salvo los socialistas, que dieron piruletas y en el mercado de frutas del viernes bolsas para la compra. Porque el mercadillo de los viernes es lugar de peregrinación adónde acudir a buscar el voto.

A veces, los candidatos de distintas formaciones se enfrentan a dificultades sobrevenidas y deben arreglarlas sobre la marcha: el penúltimo día de campaña, PSOE y Ciudadanos vieron cómo la Junta Electoral les había adjudicado el mismo local y a la misma hora para celebrar un mitin: lo resolvieron turnándose, primero uno y luego otro, lo que no sabemos si los segundos en celebrar el acto contaron también con los asistentes al primero. O como cuando tienen que sujetar un cartel para que sus compañeros puedan hacer una intervención, como le pasó a Alberto López Casillas, de IU, en alguna ocasión.

Los actos son cada vez más reducidos, y aún preparando el aforo no se llenan. La visita de José María Aznar al Lienzo Norte fue un ejemplo: apenas alcanzó los tres cuartas partes de entrada y quedaron decenas y decenas de butacas vacías, aunque no faltaron veteranos militantes de cuando fue diputado por Ávila.

A los escasos medios algunas formaciones se han enfrentado con trabajo y mucha suela de zapato por los barrios, como es el caso de UPyD -con 500 euros disponibles- pero también con suerte. Precisamente, repartiendo pasquines, se encontraron con un simpatizante que les prestó la megafonía que no podían alquilar.

Los candidatos de Ciudadanos han explotado el apodo de 'naranjito' que puso un líder del PP a Albert Rivera y han llegado a ofrecer naranjas a los ciudadanos. Que es un color que el PP no quiere ver quedó claro cuando Juan Carlos Martín Hernández, candidato del PP, se presentó en Vicolozano con un jersey de ese color para una rueda de prensa con José Luis Rivas. Nada más verlo, el número 3 en la lista municipal, Rubén Serrano, se encargó que quitárselo para que no apareciera en las imágenes.

Mientras, la indumentaria de un candidato ha llamado la atención durante la campaña, aunque no sabemos si tanta como para crear tendencia: José Luis Rivas ha exhibido una colección de chalecos, que abandonó durante los días de calor del período electoral.

Y del contacto directo con los ciudadanos confesó Antolín Sanz cómo vio, en La Torre, que entre un padre y un hijo metían, “uno a uno, 50.000 pollos” en una nave en apenas tiempo.

Si el PP se ha quejado de que Ciudadanos ha ofrecido pocas ruedas de prensa ante los medios, en una de ellas dieron a conocer dos detalles de su programa electoral llamativos y referidos a animales que pasaron desapercibidas: la intención de recuperar la especie de mariposa de Las Vacas, esa que se encuentra representada en la imagen de la popular ermita, y la recuperación del embalse de Lagunilla, en el río Adaja, para que vuelva a haber peces incorruptos, como cuando, hace décadas, se llegaron a recoger ejemplares que no se corrompían tras su muerte, por las propiedades del agua en determinados puntos del cauce.

La que no pasó desapercibida fue la idea de UPyD de estudiar lo que costaría que el Consistorio hiciera la prueba del ADN a las heces de los perros para localizar a su propietario.