Estos programas aportan nuevos recursos a los niños y jóvenes de nueve años en adelante que están acogidos en estos centros, al constatar, según ha indicado la asociación, que los menores que precisan de la intervención de la Administración “proceden, generalmente, de entornos familiares y sociales desestructurados”.
“Suelen tener importantes carencias afectivas y escasas habilidades sociales básicas”, lo que supone “serias barreras” para dar respuestas adecuadas a las exigencias personales, laborales y sociales de su entorno, ha indicado la responsable de estos programas en Ávila, Florentina Montes, quien también ha llamado la atención sobre la “baja autoestima” y “muchas inseguridades”, por las situaciones vividas y por sus edades, que presentan los menores.
Aprendizaje
Los programas que desarrolla Asecal buscan, en este sentido, crear un espacio de relación entre un voluntario y un menor, de modo que, a través de la relación personal, se ayude al menor en el aprendizaje de las habilidades y los recursos que le faciliten su adaptación social y el tránsito a la vida independiente.
De ahí, ha incidido la responsable de los programas, la “especial importancia” de los voluntarios, que son los que establecen una “estrecha” relación con los menores.
La labor de los voluntarios, además, no está tan relacionada con los conocimientos técnicos como en su “capacidad de relacionarse con el otro” y de “vivenciar su historia”.
En este marco, Asecal busca personas con “una buena dosis de afecto, sensibilidad, compromiso y sentido común”.
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