“Las necesidades son las mismas que podemos encontrar en otras zonas geográficas donde la pobreza y la falta de recursos asumen la vida diaria del país”, explica Raquel Hernández, profesora del Grado de Enfermería, que ha viajado este verano al país africano junto a las tres alumnas voluntarias.

La iniciativa surgió “como una opción de misiones donde poder desarrollar el lado humano, afectivo y espiritual de los alumnos de cara a una formación integral en todos los campos”, señala la docente. Se eligió Camerún como “una de las múltiples realidades que nos podemos encontrar en África” y “por  las facilidades y entusiasmo mostrado por las responsables del Hospital San Vicente de Paul de la ciudad de Dschang”.

Entrega desinteresada
Anfitriona del proyecto, María Antonia Garrido, dice que “hacen falta médicos y especialistas de todo género, enfermeras, equipamiento y, sobre todo, que estas personas se entreguen de manera desinteresada a una población sin medios para afrontar enfermedades”.

Las alumnas han rotado por diferentes servicios hospitalarios como medicina interna, maternidad, consulta prenatal y programa Dreams para enfermos de Sida, a la vez que han que salido del hospital a diferentes localidades para hacer las llamadas “puestas médicas”, servicio gratuito de consulta a demanda de Atención Primaria.

Según Garrido, también han acudido a visitar a enfermos a domicilio, han dispensado medicinas en prisión y han mantenido “encuentros universitarios con jóvenes de la zona para el intercambio de impresiones y colaborar con los programas de la zona”.

Esta tarea de voluntariado se ha hecho a través del Instituto Secular Cruzadas de Santa María, gestor de la UCAV, tras una petición formulada desde allí. La profesora responsable señala que ha sido “una experiencia irrepetible, no sólo como profesional sanitario sino como persona integral, donde los valores de la vida han calado más allá de una mera impresión”.

“Los sanitarios -reflexiona- estamos cada día expuestos a una multitud de dilemas no solo científicos, sino humanos, familiares, sociales, donde la moral y la dignidad de la persona a veces se sustentan en una cuerda floja”.

“Esta enriquecedora experiencia te abre los ojos a otras realidades, donde cada uno encuentra un pequeño trocito de alma que hace que la lucha por el buen quehacer en todos los ámbitos de nuestras vidas pueda dar un giro hacia lo positivo del sentirse realizado”, añade.