En la presentación celebrada en el Convento de La Santa, el autor ha explicado que ha accedido a documentos que le han ayudado a desvelar cómo actuó la Santa Inquisición con la reformadora del Carmelo.

La relación está presente mediante la figura del inquisidor Rodrigo de Castro, dedicado a efectuar pesquisas sobre las mujeres que caían en éxtasis o que tenían visiones y misteriosas revelaciones, por si fueran “alumbradas” o adeptas a la secta mística que “tanto preocupa” al Santo Oficio, que la considera herética y relacionada con el protestantismo.

Sánchez Adalid une historia y ficción, "lejos de mitos y tópicos",  en un trabajo que ha preparado con las cartas de la santa abulense y con informes de los tribunales andaluces de la Inquisición.

Contra los poderes

Para el vicario general de la Orden del Carmelo, Emilio Martínez, en la novela no se ve "a una mujer que ha pasado por un camino de flores entre experiencias místicas y tres o cuatro dificultades que casi se ponía ella misma”, sino “a alguien enfrentada con uno de los más grandes poderes de su tiempo”.

Cree que era "absolutamente necesario” que la novela contase la relación de la santa con la Inquisición: "desde nuestra perspectiva histórica somos incapaces de darnos cuenta del mundo en el que vivió Teresa”.

Aquel mundo, en la época de Felipe II, era “muy hostil”, en el que Santa Teresa “se sale de una serie de esquemas” muy determinados en su tiempo y “los afronta”, pero “no por soberbia o espíritu contestatario”, sino porque “es lo que le pide su conciencia”.

Martínez ha destacado que la labor que lleva a cabo la santa “choca” contra una institución “tan tremenda” como la Inquisición, en la que -según la novela- hay miembros “de limpia intención”, que “quieren defender la fe y evitar peligros”, pero también otras que “buscan su propio interés”. Y es que la Inquisición era "una manera de escalar y ganar prestigio social".