En España no hay ningún requisito para ser político, puede ser cualquier ciudadano español y mayor de edad, cosa que es lo normal. No se necesita opositar, tener formación ni nada parecido, solo existe un requisito para ciertos cargos, y que consiste en que te nombre alguien con su poder superior. Pues eso es lo que le paso a nuestra flamante ex-ministra de sanidad, que ni en el mejor de sus sueños barajó la posibilidad de llegar tan alto. Lo que no se entiende muy bien es porqué se empeñaron en nombrarla. A pesar de que nunca ha estado imputada, siempre ha sido sospechosa, desde el primer minuto de su nombramiento, incluso había muchas voces discrepantes para que no se la nombrara, todo ello porque la señora Mato dormía, vivía y se compenetraba con uno de los cabecillas del caso Gürtel, solo por eso y nada más que por eso nunca debido de ser ministra. Hoy por vergüenza torera ya no lo es y seguramente regresará a su puesto de trabajo, que desconocemos por completo cual es o si alguna vez lo tuvo, no obstante eso ya es problema suyo...

Tan complicado ha sido el mes de noviembre, que vino Mas a salvarnos a nosotros y a Cataluña, y para eso se gasto la friolera de nueve millones de euros, así dicho podíamos elevar al presidente catalán a los altares. Pero si tenemos en cuenta que el gobierno catalán no paga a las farmacias, ni los conciertos y que siempre se financia desde el gobierno central, es decir de todos los españoles desde los de Pedro Bernardo hasta los de San Esteban de los Patos, el altar al que le elevamos está más cerca del infierno que del cielo. En este caso la prudencia del gobierno ha sido de lo más correcto, ha logrado neutralizar  la locura del presidente sin elevar la crispación. Y ahora es el momento de la justicia, que debe  pedir explicaciones de por qué se han gastado ese dinero y de porqué se han pasado por el forro la resolución del Tribunal Constitucional.

No puedo finalizar esta pequeña entrada sin la estrella del mes, el fantástico y fabuloso niño  Nicolás, lo llamaremos “el niño del CNI”, cual torero en un cartel de la maestranza. Y es que este personaje, que la juez ya lo califica en su auto y que nadie se ha leído, vive en su mundo de luz, color, poder y fantasía. De una mentira ha ido construyendo una verdad, y lo peor de todo es que nos lo hemos creído todos, he incluso hemos dado más credibilidad a su relato que al de las instituciones, poniendo en duda todos los comunicados que  han ido saliendo, '6 comunicados 6', desmintiendo sus supuestas relaciones con el aspirante a espía. España no aprende, en cuanto aparece algún personaje de este tipo, abre titulares, noticieros y hasta centra los debates parlamentarios. ¿Nadie se acuerda de Enric Marco el español que se hizo pasar por preso de la Alemania nazi?, este personaje también abrió informativos, dio conferencias, incluso hizo emocionarse con su relato a nuestros diputados en el congreso, y al final todo era una gran farsa convertida en verdad desde una mentira.

El niño del CNI va camino de lo mismo, lo malo para él, es que en este caso interviene la justicia. Lo peor de todo desde mi punto de vista, es que se le de mas crédito al “niño del CNI” que al propio Gobierno. Habría que reflexionar sobre este punto para devolver a los ciudadanos el respeto a las instituciones y dotar de seriedad a las mismas,  pero esa tarea es de nuestros gobernantes. Y colorín colorado Mato, Mas y Nicolás han terminado aunque el cuento no y la historia continua.

--- David Gómez González es secretario de Organización del PP de Ávila.