Los aspirantes a inspector policial pasan, desde la 16 horas del lunes hasta el jueves por la tarde, por el pabellón del centro para realizar tres pruebas, que rematan después en la pista de atletismo.

Llegados desde todos los puntos de España -salvo las comunidades canaria y balear, que celebran los exámenes en sus islas-, los aspirantes se enfrentan a una  prueba de agilidad ante varios obstáculos que no deben derribar; a una de potencia en la que deben elevarse con los brazos haciendo flexiones -popularmente llamadas dominadas- los hombres y suspendidas sobre la barra las mujeres; y a otra en la que deben hacer un salto con el brazo extendido y marcar la altura con la palma de la mano.

La cuarta y última prueba es una carrera de resistencia, de dos kilómetros para los hombres y de uno para las mujeres. En el graderío, familiares y amigos animan a los aspirantes pero, eso sí, no pueden tomar imágenes de las pruebas, ni siquiera con los teléfonos móviles.

Según la relación de aspirantes y plazas, cada 59 opositores tocan a un puesto de inspector. Los que superen las pruebas físicas deberán someterse a los exámenes de conocimientos y a los test psicotécnicos.