Natural de Martínez (1941), el espacio cultural de la localidad acoge una resumen de una extensa obra que diversos aspectos y en la que ha experimentando, autodidacta, con distintos materiales y técnicas.

La evolución desde el realismo hacia la introspección se refleja en su trayectoria de óleos sobre lienzo, donde cuelga paisajes castellanos de su entorno, muchos de ellos de la naturaleza otoñal, y otros intimistas que olvidan los matices y se funden en rojos y negros más profundos.

Sin embargo, destaca el trabajo en hierro y forja, donde busca la original con los matices en el material y en el limado de las piezas, o en otras ocasiones por la herrumbre y el óxido, logran dar a las obras carácter y autenticidad, sobre todo con figuras de animales, algunos autóctonos.

La tercera parte está dedicada a la etnografía y a las faenas del campo, así como la recuperación en miniatura del oficio de su padre, Pedro Bueno, que construía carros de bueyes, ahora piezas casi museísticas; a la vez que expone llamativos dominós de madera y metal.