Desaparecida desde que en la Guerra Civil se prohibieron los carnavales, la tradición pertenece a las denominadas mascaradas invernales, antigua costumbre con arraigo en distintos puntos de la Península Ibérica, según Pedro Granado, que desde la asociación Siempreviva ha impulsado que los machurreros saliesen a la calle de nuevo como ejemplo de "alto valor cultural y etnográfico".

Y así lo hicieron en la tarde del sábado, con una máscara de madera, corriendo por las calles de Pedro Bernardo, con "gritos y cencerros con el fin de perseguir a quien se encuentren", en una fiesta que sólo recuerdan los más viejos del lugar.

Al norte y noroeste de la península hay presencia de la tradición, con  los "zarramaches de Casavieja y los cucurrumachos de Navalosa, habiéndose perdido los jarramaches en la zona de Arenas".

Ejemplos de mascaradas se encuentren en 'cigarrons' gallegos, los 'mamutxarros' de Navarra, los 'caretos' de Portugal, los 'reises' de Asturias o los 'guirrios' de León.

Según Granado, los zamarraches "han pervivido en el imaginario colectivo, pero dejaron de salir" cuando un decreto en 1937 prohibió carnavales y fiestas de máscaras.

La investigación de la asociación Siempreviva ha reconstruido estos personajes, cuya historia fue analizada en una charla-coloquio en la que participaron Bernardo Calvo, etnógrafo de  Zamora y miembro de la Academia Ibérica de la Máscara; el antropólogo y fotografo Kyle Hearn, de California (EEUU); Carlos González Ximénez, fotógrafo etnográfico; y Daniel Peces, folclorista especializado en el Valle del Tiétar.