De las seis ovejas desaparecidas por el último ataque sólo se encontraron los restos de una ellas, sobre los que los técnicos de Medio Ambiente certificaron al día siguiente que el ataque era obra de los cánidos.

Los restos de la oveja se encontraban en el paraje El Maguillo, a menos de medio kilómetro del núcleo urbano, según ha indicado UCCL, quien ha destacado como el ganadero Alfredo Fernández Sánchez, ya tiene decidido abandonar la última explotación ovina de su municipio.

Además de estos daños, desde que comenzaron los ataques en verano en el  término municipal de Santa Cruz de Pinares, han matado a otras 15 reses de vacuno de otras explotaciones.

El presidente de UCCL, Jesús Muñoz, advierte que a la Junta no le debería extrañar que en la primera década del siglo el censo de ganado ovino se haya reducido a la mitad: “los censos de ganadería extensiva, propios de una región como la nuestra, siguen cayendo, el número se reduce drásticamente, los pueblos de zonas de montaña desaparecen, el riesgo de incendio se incrementa por la falta de pastoreo”.

Mientras, la Junta de Castilla y León, “miope, no es capaz de darse cuenta de algo tan simple como que a los ganaderos que sufran pérdidas se les ha de indemnizar en su justo valor, pero sin necesidad de realizar seguros, ni emprender largos expedientes de responsabilidad por daño patrimonial”.

“¿Qué es menos malo, que no existan lobos sueltos o que no exista ganadería, y por tanto ganaderos?”, se pregunta Muñoz. “Tengamos en cuenta -se contesta- que cuando no quede ganadería no habrá ni ganaderos ni lobos”.

La explotación ganadera que hace unas semanas sufrió un ataque cerca de la capital se había mudado poco antes desde el término municipal de Santa María del Collado para evitar la acción de los cánidos.