Han acudido familiares, amigos y vecinos de los cuatro jornaleros y el guarda forestal que se encuentran enterrados allí. A siete kilómetros del casco urbano, en el paraje conocido como Pradero de lo alto o Erita de los lobos.

En un “emotivo acto”, según José Verdesoto, presidente del foro, se ha recordado su memoria con versos de Miguel Hernández y una ofrenda floral. “Tras ser secuestrados, fueron asesinados allí sin procedimiento judicial alguno, sin derecho a la defensa y sin testigos, quedando sus cuerpos tirados y sin darles sepultura”, ha recordado.

Al día siguiente, familiares de las víctimas -dos mujeres y un adolescente- cavaron una fosa y les dieron sepultura en un lugar que desde entonces ha sido cuidado y honrado por sus seres queridos, que “jamás quisieron que se les trasladara del lugar del crimen”.

Cementerio civil
En medio del bosque, el memorial, de hierro y granito, obra del salmantino afincado en Candeleda Fernando Sánchez Blanco, con unas dimensiones de siete por cinco metros, ha sido declarado cementerio civil tras los permisos por 25 años del Ayuntamiento y de la Junta de Castilla y León.

Allí se encuentran los restos, sin exhumar, de Víctor Jiménez de la Iglesia, de 53 años, que dejó viuda y cinco hijos; su hijo Agustín Jiménez Barbado, de 23 años y soltero; Ladislao Jiménez Sánchez, de 27, que dejó viuda y una hija de dos años; y Santiago Jiménez García, que con 27 años dejó un hijo de 17 meses. Todos ellos jornaleros, junto al guarda forestal José Pizarro Hernández, de 57 años, que tenía dos hijos.

El presidente del foro ha recordado que “respetando la voluntad de los familiares de las víctimas, se acordó levantar una sepultura digna acogiéndose a las subvenciones de Ministerio de la Presidencia destinadas a la recuperación de la memoria histórica de las víctimas de la Guerra Civil y el franquismo”.

Es la forma -ha dicho- de “recuperar y memorializar el pasado que hoy sigue presente a pesar del doloroso silencio, y el inquietante olvido al que fuimos sometidos por la criminal represión de la dictadura franquista”, como también “el no menos vergonzante modelo de transición a la democracia que intentó tapar este execrable capítulo de nuestra historia”.