Este diario, que en su nombre “ya lleva toda una declaración de intenciones”, intentó ser “un referente de la prensa liberal”, según Mateos, como “una voz distinta a la doctrina o tendencia más conservadora que se venía reflejando en Ávila en los medios más conservadores”, ya que “en el tiempo que se publicó fue el único capaz de plantar cara a El Diario de Ávila, una auténtica referencia”.

“Fue un medio que se salió del cliché, de lo habitual, que fue contracorriente intentando despertar una serie de valores, haciendo hincapié en la educación, alzando la voz contra determinadas dictaduras, de la oficial y del modo de vida que establecían los de siempre”, ha descrito Mateos. 

 
La Voz del Pueblo no respondía “al típico modelo de periódico conservador, de historia labrada con figuras muy ligadas, por ejemplo, a la Iglesia, como sucedió con El Diario de Ávila, cuya propiedad en aquellos tiempos era eclesiástica y su director, un sacerdote”.

Momento histórico

Diario vespertino, en mayo de 1930 apareció en su tercera época como “una pequeña aventura periodística que lleva a descubrir una etapa muy interesante de la historia contemporánea, como es el paso de la dictadura del general Primo de Rivera, con la monarquía, hacia la república”, ha señalado el autor.

“A pesar de ser refugio de ciertos lectores que no se identificaban con la tendencia dominante, terminó convirtiéndose en órgano de partido”, y si bien “sufrió censura en la etapa monárquica, acabo desapareciendo por la censura republicana”.

Mateos llama la atención que la reivindicación de mejorar de las comunicaciones, como asunto cíclico a lo largo del tiempo, se encuentra en las páginas del diario, que se editada en una ciudad de 15.000 habitantes que “necesitaba acometer obras para lograr buenas comunicaciones tanto por carretera como por ferrocarril”.

La Voz del Pueblo, ha señalado, “pretendió un despertar distinto en la provincia, con un llamamiento a la construcción de escuelas, a mejorar los índices de alfabetización, de la educación civil frente al marcado carácter religioso de la sociedad y en favor de la industria, y que bebía de un periódico nacional similar como fue El Sol”, aunque “sí ofrecía informaciones sobre loterías, tauromaquia y deportes, cosa que no hacía el diario nacional”.

“No seremos sino una apariencia de pueblo europeo mientras miles y miles de niños vaguen por las calles sin lograr un asiento en cualquier escuela de las que humilde y llorosamente solicitan sus madres”, expresaba en sus páginas.

La tesis doctoral fue dirigida por Maximiliano Fernández, director de la Institución Gran Duque de Alba, cuando era profesor de la Universidad Pontificia de Salamanca.