De todos modos, ha afirmado que “de las crisis se sale”, con motivo de la presentación en la Cámara de Comercio del libro ‘Crisis económicas en España. 1300-2012’, en el marco de los encuentros ‘Cultura y empresa’ que organiza la entidad cameral y el Ayuntamiento de la capital.

El profesor del Departamento de Historia Económica de la UNED ha resaltado las “más diferencias que similitudes” existentes entre las crisis históricas y la actual, sobre todo, porque las anteriores corresponden a sociedades “muy atrasadas”.

La actual es, así, la “primera gran crisis contemporánea como país rico y conectado con la economía internacional”, aunque también por esas características la actual es una crisis “bastante grave”.

Errores del pasado
“Muy claramente, se han repetido errores del pasado”, ha recalcado, recordando que, aunque de las crisis se salga, en algunas de ellas “se ha hecho de muy mala manera”, por lo que “la pregunta del millón” de “cuándo se va a salir de la crisis” no tiene respuesta.

En este marco, ha subrayado que se trata de “momentos de transformación”, de modo que “en la medida en que sepamos y podamos transformar nuestra economía y nuestra política para adaptarnos a las nuevas circunstancias saldremos de la crisis”.

Por el momento, las medidas que se están adoptando de austeridad y rigor presupuestario son, a su juicio, “las ortodoxas”, que “son buenas” desde el punto de vista de que “hay que moderar el endeudamiento”.

“Históricamente, sin embargo, sabemos que las medidas ortodoxas han sido desastrosas”, ha añadido, incidiendo en que han generado “sufrimiento y desestructuración económicos y muchas tensiones”.

Gasto público
Por ello, en su opinión, “habría que combinar la ortodoxia presupuestaria con un enfoque de gasto público de sostén del Estado del Bienestar que permita mantener los lazos sociales que hacen que la economía sea viable”.

“Esta crisis era bastante predecible”, ha insistido, afirmando que las soluciones pasan también por especializarse en “aquello en lo que se funciona bien”, pese a ser sectores “no muy populares”, como el turismo de juego que plantea el complejo Eurovegas, por ejemplo, en Madrid.

“No me gusta nada como opción colectiva, pero si España funciona bien como potencia turística habrá que apoyarlo”, ha reconocido, apuntando también a la mejora de la capacitación del capital humano para ir hacia una economía “más productiva, más innovadora y con más futuro”.