Recuerdo que en Bilbao conseguimos que la piedra labrada para las calles se la suministráramos de Ávila y dejaran de importarla de Noruega. Esto fue por los años 50 y la gran empresa Fadisa, ahora Nissan, se estableció años después. También he sido empresario de ámbito internacional y quise establecer una delegación en Ávila, pero no encontré eco por los requisitos administrativos; me ha dado la impresión de que a esas cámaras y confaes no les importa el bienestar de las empresas abulenses. En mis estancias en otros países me he preocupado más de la cultura y la manera de ser de sus gentes en vez de ver monumentos, lo que reflejo en mis libros sobre temas antropológicos. Por lo tanto, aunque no sea economista, puedo tener una opinión, válida o no, sobre los impuestos.

Es conocido que al subir un impuesto parece que se va a recaudar más, pero no siempre es así. Al subir el IVA del 18 al 21 por ciento se ha creado una psicosis de que todo es más caro. Conozco a muchas personas pudientes y muy pudientes que gastan menos porque la vida está ahora muy cara porque han subido los impuestos. Les explico que un tres por ciento no significa nada para ellos y logro convencerles.

Si en vez de subir el IVA un tres por ciento lo hubieran bajado ese tres por ciento, la gente se hubiera animado a gastar más porque todo es más barato y, al final, el Gobierno hubiera recaudado más. Este efecto es conocido.

Hace muchos años, cuando Hong Kong no era chino, se preocupaban porque las empresas que ganaban mucho trataban de evadir los impuestos porque los creían excesivos. Un año decidieron bajar todos los impuestos al diez por ciento de los beneficios y el gobierno recaudó más que con el sistema impositivo que crece cuando hay más ganancias. Con solamente un diez por ciento de impuestos no les compensaba a las empresas ni a los individuos el tratar de escamotear las ganancias para pagar menos.

Refieren estos días en la prensa que algunas multinacionales pagan sus impuestos en países donde les cobran menos que en España. Habría que sopesar si no convendría estudiar un arreglo especial con tales empresas.

En Rusia los impuestos están unificados en un 13 por ciento para todos, lo que parece que funciona. Entiendo lo del actor de cine Depardieu, que se ha hecho ruso por la desconsideración que dice hace Francia contra él y sus ganancias. Este hombre ha invertido sus ganancias, después de pagar fuertes impuestos que cree injustos, en empresas en su propio país sacando adelante algunas que estaban en malas condiciones para no tener que despedir a los empleados.

Hace muchos años me dijo un economista que las empresas tienen la obligación de tratar de pagar menos impuestos como sea, pues un empresario con una peseta en un año hace cuatro, y de los impuestos una peseta desaparece en muchos gastos inútiles y en buenos sueldos para los políticos.

España fue creando empresas y llegó a ser la novena potencia mundial cuando no existía el IVA y muchos políticos no cobraban sueldo y los que lo cobraban era de cuantía limitada.

Ha sentado bien lo que la joven socialista Beatriz Talegón ha dicho a los de la reunión de la Internacional Socialista que ha tenido lugar en una zona exclusiva de Portugal y en un caro hotel de cinco estrellas.

Para pensar: cuando estuve en Noruega, por motivos de estudio, me refirieron que el presidente del país, una vez finalizado su mandato, regresó al mismo pisito que tenía antes de ser presidente.

CONCLUSIÓN: El bajar el IVA un tres por ciento basados en el 18 por ciento que se pagaba hace un año, o sea al 15 por ciento, debe ser analizado por psicólogos, no por economistas.