Dos de ellos, Ángel Acebes y Agustín Díaz de Mera, porque dieron el salto a la política nacional, y una, Dolores Ruiz Ayúcar, porque los dirigentes de su partido -los locales, no los regionales- perdieron la confianza en ella, pese a su elevado índice de conocimiento entre la ciudadanía.

Con matices, algo parecido a lo que sucedió con esta última acaba de ocurrir con José Luis Rivas. Su candidatura a la alcaldía de Ávila, presentada a última hora para mantener su condición de subdelegado del Gobierno hasta el plazo máximo permitido por la ley, cosechó en las urnas el rechazo que ninguno de sus antecesores tuvo, hasta tal punto que el PP perdió la mayoría absoluta de la que gozaba con holgura desde 1991. La dirección popular recibió un mensaje de los electores conservadores.

La gestión del todavía alcalde, en muchos casos ajeno a los asuntos del día a día y ausente en muchas ocasiones de actos públicos, ha ido debilitando poco a poco su figura. La puntilla llegó el pasado verano, cuando el presidente provincial del PP, Carlos García, llegó a reconocer que José Luis Rivas pisaba poco la calle. La interpretación generalizada que de esas declaraciones se hizo es que el PP buscaba ya un candidato a la alcaldía, mientras que su portavoz, Patricia Rodríguez, dijo que se debía a que eran menos en el equipo de Gobierno.

En su comparecencia ante los medios de comunicación ha destacado el desgaste ocasionado por los grupos de la oposición como uno de sus males, aunque más bien podría ser la manera en la que ha administrado su mayoría simple. De todos modos, sí podría jactarse de haber sacado adelante ordenanzas y presupuestos con el apoyo de Ciudadanos, que poco le han arrancado a cambio.

Sirvan como ejemplo dos logros que se ha atribuido José Luis Rivas y que en realidad hubieran acontecido con él o sin él sentado en el sillón de alcalde: el V Centenario de Santa Teresa, una conmemoración otorgada por la Iglesia Católica, y la visita del rey Felipe, por no mencionar otro: que el sorteo de la Lotería del Niño se celebrase en Ávila, por vez primera fuera de Madrid.

La decisión anunciada ni es personal, porque obedece a una cuestión de partido; ni es voluntaria, porque le han obligado las circunstancias; ni es meditada, porque el resultado final no dependía de él. Todo es parte del relato por capítulos de los cambios que se avecinan por parte del PP ante las próximas elecciones municipales.

Además, con esta puesta en escena, el PP ha querido evitar a Rivas al mal trago que supondría para él hacer público su sustituto en plena capacidad de sus funciones. A cambio, con su viaje de dos días a Roma, el todavía alcalde deja el camino despejado a sus superiores jerárquicos para que den a conocer el aspirante popular al consistorio de la capital.