Las Cabañuelas

Luis Miguel Gómez Garrido

Durante siglos, el hombre de campo ha recurrido al método tradicional de las ‘cabañuelas’ para predecir qué tiempo iba a hacer a lo largo del año siguiente. Resulta comprensible que en una sociedad agraria como la de antaño, los labradores, siempre con la mirada en el cielo, se preocuparan de que lloviera en los meses adecuados.

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No existe una única forma de echar las cabañuelas, pues como creencia tradicional que es, se encuentra extendida por toda la geografía hispánica en multitud de variantes. La modalidad que voy a explicar desde estas líneas, la aprendí de mi abuelo materno Marcelino Garrido Ajates (San Juan de la Nava), y de la aquilatada experiencia de lugareños como: Victorio Canales Méndez (Pajares de Adaja), Pedro Redondo Canto (Navalmoral de la Sierra) y Ángel Fernández (Villatoro), entre otros.

 

Según los testimonios que he podido registrar en mis exploraciones etnográficas, en la provincia de Ávila, por lo general, el pronóstico meteorológico del año venidero, se suele realizar en función del tiempo que haga durante los trece primeros días de agosto del año presente. De acuerdo con esto, el día uno de agosto sería un compendio del tiempo atmosférico de todo el año; el día dos, se correspondería con enero; el día tres, con febrero; y así sucesivamente, hasta el trece de agosto (diciembre).

 

Este sistema de predicción cuenta también con las denominadas cabañuelas retorneras, que poseen la particularidad de echarse de atrás hacia adelante. Por ejemplo, el día catorce de agosto equivaldría al mes de diciembre; el día quince, a noviembre, etc.

 

Para la realización de los pronósticos meteorológicos, era fundamental que el campesino supiera leer en el libro del firmamento, que le proporcionaba toda una serie de agüeros o señales, de cuya interpretación (más o menos afortunada) dependería la recolección de una mejor o peor cosecha. Entre estos agüeros, cabe destacar: las nubes, la dirección del viento, la humedad, la temperatura, las lluvias…

 

Por ejemplo, si los días cinco y seis de agosto amaneciesen con nubarrones, la predicción para los meses de abril y mayo, respectivamente, sería de lluvias; si por el contrario, el cielo se presentara totalmente despejado, dicha señal anunciaría una primavera seca y, por ende, poco halagüeña para la agricultura. El aire solano es mensajero de lluvia (incluso, aguanieve) durante los meses invernales; pero su soplo tórrido en las cabañuelas correspondientes al verano (siete, ocho y nueve de agosto), ha de interpretarse como barrunto de calima y bochorno.


A continuación, cito algunos refranes registrados de la tradición oral de Ávila, en los que se hace patente la relación entre indicio y tiempo atmosférico:

El cielo empedrao, a los tres días mojao.
Tantos días atruene marzo, tantos días hiele en mayo.
                             Ángel Fernández

Aire solano, el agua en la mano: en invierno, pero no en verano.
                            Pedro Redondo Canto

Nieblas en marzo, escarchas en mayo.
Si el grillo canta en agosto, no hay ni trigo ni mosto.
                            Marcelino Garrido Ajates

Escarcha sobre llovida, agua al tercer día.
Ampolla(1) al poniente, agua al día siguiente.
                            Victorio Canales Méndez

 

En el pueblo de Gomecello, perteneciente a la comarca salmantina de La Armuña, el labrador Ángel Velasco Benito, de 85 años de edad, entrevistado por mí el 14 de septiembre de 2013, explica cómo se efectuaba antaño la predicción meteorológica de todo el año:

 

Pues yo me acuerdo de chaval, que decía mi padre en el verano, dice:
–El día uno de agosto, hay que levantar un canto de ésos granditos que hay en las tierras, no un cantito pequeño, un cantito grande. El día uno de agosto, al salir el sol, hay que levantarlo, ¿eh? Y si al levantar un canto un poquito grande, del tamaño de una cuarta en redondo, hay marea(2), es año húmedo, o sea, sementera húmeda. Pero si no tiene marea el canto, el día uno de agosto, sementera seca.

 

Dado el carácter universal de estas creencias y prácticas meteorológicas, no quisiera terminar el artículo, sin antes reproducir un paralelo antiquísimo del rito de echar las cabañuelas, documentado por Mircea Eliade en su obra 'Tratado de Historia de las religiones'(3):

 

Con ocasión del gran Naurôz [el año nuevo persa], cada uno sembraba en una jarra siete especies de granos y “sacaba de su crecimiento conclusiones sobre la cosecha del año”. Se trata aquí de una costumbre análoga a la “fijación de las suertes” del año nuevo babilónico, que se ha trasmitido hasta nuestra época en los ceremoniales del día de año nuevo entre los mandeanos y los yezidi. Es también porque el año nuevo repite el acto cosmogónico por lo que los “doce días” que separan la navidad de la epifanía son considerados todavía como una prefiguración de los doce meses del año: los campesinos de Europa entera no tienen otra razón para determinar la temperatura y la proporción de lluvia que caracterizarán cada uno de los meses próximos por medio de los “signos meteorológicos” de esos doce días”…


(1) Ampolla, 'redondel con la tonalidad del arco iris' No tiene esra acepción en el DRAE.
(2) Marea, 'humedad de la noche'.
(3) Traducción de T.Segovia (México D.F.: Era, 1991), p.361.
 

(2)
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