Algo impensable en otro tiempo en este partido, cuando el mutismo sobre posibles candidaturas se imponía hasta casi el último día, como sucedió con la lista popular en las elecciones de mayo de 2015. El deseo de Rivas es intentar ocupar el sillón de alcaldía cuatro años más. Ha trascendido que así lo ha comunicado a instancias del PP ajenas a la provincial, donde cada vez resulta más evidente que le buscan un sustituto.

El presidente provincial, Carlos García, ya no guarda las apariencias. Cuando le preguntan, responde sin tapujos. Admite que el alcalde y su equipo no han conectado con la gente. Reconoce que Rivas, de cercanía con el ciudadano entiende poco. Incluso no tiene reparos en manifestar que le gustaría un alcalde en el que la gente pueda confiar, de lo que se deduce que el actual, a su juicio, genera poca cordialidad entre la ciudadanía.

Tampoco ha ayudado mucho a mejorar las relaciones entre partido y Gobierno municipal el episodio que ha concluido el lunes con la confirmación de que Óscar Arroyo es el sustituto de Rubén Serrano. Se sabía desde hace días, pero el alcalde se ha empeñado en echar un pulso a la dirección de su partido, sin importarle la mala imagen que se ha proyectado. El propio presidente provincial afirmó el pasado miércoles explicaría en los siguientes días e incluso horas los cambios en rueda de prensa: nada, tardó cinco días y ni siquiera comparecencia ante los periodistas.

En fin, blanco y en botella. Ya es oficial que el PP busca relevo en el Ayuntamiento.