El caso fue detectado en mayo en la finca Pancaliente, en el coto privado de caza con matrícula AV-10.028, un lazo metálico para la caza de animales de la zona.

Un lazo es un cable, generalmente de acero y de grosor variable, según la pieza a capturar, donde en uno de sus extremos se dispone una lazada con un nudo corredizo fijado al suelo y el otro a un árbol. La lazada se dispone estratégicamente a la altura de la cabeza de la pieza de caza y en los lugares de paso habituales de los animales a los que se desea capturar: conejos, zorros o jabalíes. Los animales quedan atrapados por el cuello y se ahorcan  en su intento de liberarse.

En esta finca el lazo era un cable metálico de los usados habitualmente en los frenos de las bicicletas, camuflado entre la vegetación y atado al tronco una encina. Los agentes del Seprona procedieron a desarmar el lazo con el fin de evitar que cayesen en él alguna pieza de caza, dejando el mismo simulando que estaba en uso.

A partir de ese momento se activó un dispositivo esporádico de vigilancia con apostaderos en la zona así como la instalación de medios técnicos con el fin de localizar al autor de los hechos, dando como resultado el 19 de agosto la identificación de una persona con domicilio en Madrid, así como la localización de un total siete lazos sin freno en la zona (cuatro activos y tres inactivos) y una caja trampa, sin que se encontrase ningún animal atrapado en ellos.

La Guardia Civil intervino todos los lazos y la caja trampa  en la Comandancia de la Guardia Civil a disposición de la autoridad judicial e instruyó diligencias por un presunto delito relativo a la protección de la flora, fauna y animales domésticos, contemplado en el Código Penal, artículo 336: “el que, sin estar legalmente autorizado, emplee para la caza o pesca veneno, medios explosivos y otros instrumentos o artes de similar eficacia destructiva o no selectiva para su fauna”.