La exposición oral de sentidas “impresiones a la sombras del tiempo en el pueblo morañego de El Oso” fue la aportación de Jesús María Sanchidrián al acto de inauguración del noveno y último espacio o isla del Museo al Aire Libre de la localidad, celebrado el 26 de agosto dentro del programa festivo de la localidad, que se extiende hasta el próximo 8 de septiembre.

A la convocatoria asistió todo el pueblo y una larga representación institucional (Félix Gil, alcalde de El Oso; Rosa San Segundo, jefe del Servicio Territorial de Medio Ambiente de Ávila; José  Luis Rivas, alcalde de Ávila; Carlos García González, vicepresidente de la Diputación; Juan Carlos Suárez Quiñones, consejero de Fomento y Medio Ambiente; Ignacio Asenjo Salcedo, artista creador de la obra dedicada a la historia del pueblo de El Oso; y Ángel Jiménez Martín,  diputado provincial de Desarrollo Rural).

Entre los párrafos de la alocución se habló del pueblo del Oso clamando también por todo el medio rural: “Hoy, el pueblo de El Oso quiere enseñar su historia y la de sus gentes, y para ello acude a las impresiones de uno que ha aterrizado como aquellos viajeros trotamundos de antaño con el solo ansia de descubrir la magia de sus viejas tradiciones y la querencia de sus habitantes, y componer con ello esta particular canción de gesta.

Y ocurre que este pueblo de El Oso también es un poco cualquiera de nuestros  pueblos  con los que comparte similares costumbres y formas de vida, las que configuran una misma identidad cultural que tanto nos une.
Quiere ahora el pueblo de El Oso dar a conocer cuanto le rodea para redescubrir sus valores culturales y naturales, sabiendo que esas formas de vida antigua mantenidas durante siglos son parte del pasado que no volverá.

El pueblo de El Oso tiene muchos más horizontes y otros más por descubrir. Tantos como hombres y mujeres nacieron, vivieron o murieron en esta tierra. Tantos como pasaron por ella, leyeron sobre ella o la vieron en un mapa. Y situados aquí, enseguida se agolpan imágenes de numerosas vidas de hombres y mujeres que por aquí pasaron dejando reveladores signos de su historia, que es la nuestra.

El pueblo de El Oso es un pueblo generoso con sus vecinos y sus antepasados a los que frecuentemente homenajea,  tal y como hizo sus maestros de escuela, sus alcaldes o sus religiosos y cooperantes, por ejemplo. Y al mismo tiempo, en la memoria de sus publicaciones se recuerdan a tío Serafín, el alguacil; a Benigno, el sacristán; a  tío Ángel, el tendero; a Aurelio Gutiérrez, el molinero; a Fernando, el cartero; a tío Abilio, el guarda; a tío Hilarión y tía Leoncia, tío Agustín y tía Lucía, taberneros; a la centenario Gregoria; a tío Antióco, el herrero; a Don Alejando y don Aurelio, médicos; a Felicísimo, el juez; a Don David, el cura; etc.

Finalmente, el pueblo de El Oso ha representado con voluntad de eternizar todo esto y mucho más en un museo vivo al aire libre que forma un archipiélago de su historia, y la nuestra, integrado por islas con títulos tan elocuentes como: ‘Los trabajos de la tierra’,  ‘La vida en el hogar’, ‘Recuerdos de vida’, ‘Piedra y poesía’, ‘Homenaje a los agricultores y ganaderos’, ‘Homenaje a los cooperante y religiosos’ y ‘Sombras del tiempo’. Toda la vida de este pueblo se agolpa en estos instantes pasionales".