"Hay personas que se niegan a aceptar la realidad, pero que no lo hacen por capricho, sino que se debe a razones psicológicas, que tienen que ver con nuestra capacidad cognitiva”, ha señalado, a la vez que ha aludido al aspecto religioso poniendo un ejemplo: “para una persona extremadamente religiosa, creacionista, el hombre no puede ser responsable de esto, ya que sería un acto de soberbia que tengamos en nuestra mano cambiar las condiciones del planeta” y ante esto, ha asegurado, “la respuesta es el rechazo”.

El problema del “negacionismo activo es básicamente norteamericano, aunque cubre otras áreas de otros países anglosajones, pero en mucha menor medida”. En este contexto, ha recordado la figura del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que recientemente ha retirado a su país del Acuerdo de París sobre el cambio climático, debido a “grandes intereses económicos ligados a la industria de los combustibles fósiles y con el apoyo de una parte importante de la población, a la que se puede adaptar la mención a las creencias religiosas”.

En el curso ‘Cambio climático: aspectos socioeconómicos de un problema urgente y global’, el catedrático de Física y director ha presentado el problema bajo tres aspectos: el científico, el de la gobernanza y el que afecta a los ciudadanos en particular.

Según ha explicado Fairén, los climatólogos, “aunque con pequeños matices que llevan a debate entre ellos, están convencidísimos de que el cambio climático es una evidencia científica incontestable”, y son ellos “los que deben advertir a la segunda pata, los políticos, de los previsibles impactos”.

En este punto, también ha puntualizado que “quizás no es estrictamente necesario para la población saber todos los detalles científicos, pero sí es bueno recordar las grandes líneas”.

Respecto a lo que él denomina como la gobernanza, ha destacado la importancia de que “tienen que ser convencidos de cómo enfrentarse como sociedad a ese desafío”, a problemas como el agua, el hábitat y los recursos, sobre todo los alimenticios. Ellos -ha dicho- “son los que tienen que recoger los informes y actuar buscando las medidas a tomar”.

Pero para el catedrático, el pilar más importante para buscar soluciones a este problema, “del que algunas consecuencias ya son inevitables porque lo hemos cogido tarde”, son los ciudadanos, “sin los cuales las leyes de la gobernanza se quedan en papel mojado si no colaboran”.

Y ahí surge el gran problema de “cómo se conciencia a la población”, porque “gran parte de la población ha oído hablar del cambio climático, pero no saben qué significa y que representa realmente”.

El tema de la información es “muy complejo”, porque “además de que no es sólo un problema científico, sino también económico, de gobernanza y hasta religioso, pone en cuestión nuestros valores y el modelo de vida que tenemos”. Por ello que tener en cuenta que “la información tiene que adaptarse a diferentes sectores por la diversidad actual de receptores”, lo que, ha lamentado, “dificulta la información sobre el cambio climático”. En este punto -ha asegurado- “los medios de comunicación son fundamentales”.