“En su historia ha habido frecuente intercambio de dones”, ha expresado en la homilía, en la que ha recordado como Santos Moro Briz, que rigió la diócesis de Ávila desde 1935 hasta 1968, había pertenecido al presbiterio abulense, porque su parroquia Santibáñez de Béjar (Salamanca) era de la diócesis abulense.

Felipe Fernández García perteneció al presbiterio de Plasencia y desde  1976 hasta 1991 fue obispo de Ávila. “Durante su ministerio se construyó la actual sede del Seminario de Ávila en Salamanca, donde tú has sido rector 15 años. Hoy, querido amigo, desde el presbiterio de Ávila, pasas a Plasencia como su obispo. Esta intercomunicación es oportunidad de colaboración saludable y mutuo enriquecimiento entre unas diócesis y otras”.

Carlos López, obispo de Salamanca, originario del presbiterio de Ávila, recibió en esta Catedral de Plasencia en 1994 la ordenación episcopal, ha dicho el también cardenal arzobispo de Valladolid, “me consta el afecto y la memoria agradecida de sus años de ministerio en esta querida diócesis. Aunque todo traslado afecta a sentimientos hondos, pervive la amistad y el recuerdo del tiempo ministerial transcurrido”.

Juntos monaguillos

“Permítanme que yo recuerde -ha añadido- que don José Luis y un servidor fuimos monaguillos del mismo párroco, que dejó en ambos una huella imborrable también en forma de llamada al sacerdocio ministerial. Durante años formamos parte del mismo presbiterio; desde hoy somos hermanos en el ministerio episcopal, compartiendo la responsabilidad apostólica”, ha explicado Blázquez, quien ha afirmado que “el ministerio episcopal no es un honor sino un servicio”, antes de invocar a tres vírgenes del entorno: del Puerto, del Castañar y de Guadalupe.

El presidente de la Conferencia Episcopal ha ejercido como ordenante principal junto a los obispos ordenantes Celso Morga, del arzobispado de Mérida-Badajoz; y el de Ávila, Jesús García Burillo.

Tres cardenales, una veintena de obispos y 150 sacerdotes han acudido a la ceremonia, celebrada en la Catedral Nueva placentina, donde ha acudido una numerosa delegación abulense, tanto de sacerdotes, como de fieles, además del alcalde de Ávila, José Luis Rivas; y el delegado de la Junta, José Francisco Hernández; entre otros representantes institucionales.

Retana, hasta ahora párroco de San Pedro Bautista en Ávila, que sustituye a Amadeo Rodríguez Magro, nombrado obispo de Jaén, ha dicho contar con todos para su tarea obispal: “todos a la tarea de la evangelización y les ha emplazado a poner a los pobres en el "centro" de sus desvelos.

"Todos formamos la única Iglesia de Jesús; con osadía y sin miedo debemos hacer visible al Señor y a su Iglesia en la tarea de la evangelización que se nos encomienda", ha dicho.

Vigila su rebaño

“He sido nombrado obispo vuestro, es decir, el que ve, cuida y vigila a su rebaño", ha dicho tras recibir el anillo episcopal, la mitra y el báculo pastoral, cuando ha tomado posesión de la cátedra.

Retana ha señalado que como obispo sus labores serán las de predicar el evangelio, santificar a los hombres y gobernarlos, para lo que ha dicho espera el apoyo de los sacerdotes, seminaristas, consagrados y fieles laicos.
Su ministerio pastoral ha dicho que quiere que esté bajo la protección de San Fulgencio y Santa Florentina, patronos de la diócesis placentina, y de María, bajo la advocación de la Virgen del Puerto, santuario que primero visitó al llegar a la diócesis.

Retana ha tenido tiempo para recordar a su familia y amigos; a su pueblo, Pedro Bernardo; a sus formadores en Ávila y Salamanca; al cura placentino que le ordenó sacerdote y luego fue obispo de Ávila, Felipe Fernández; y a quienes habían acudido a la ceremonia:

“Con el salmista, desde el corazón repito: ‘Te doy gracias porque me has escogido portentosamente’(Sal 138, 14).Doy gracias a Dios que, a través de su Iglesia, me confía esta hermosa misión, a pesar de mi debilidad y de la pobreza de mi persona. El Señor, como dice Isaías, ‘me llamó en las entrañas maternas y pronunció mi nombre’(Is 49, 1); ha tenido tanto cuidado conmigo a lo largo de mi historia, a través de mi familia que me ha dado la vida y la fe, del afecto de mi pueblo Pedro Bernardo y su parroquia (bendito D. Fidel y mi catequista Julita), de mis formadores del Seminario en Arenas de San Pedro, Ávila y Salamanca, la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca (varios de mis profesores presentes:saludo a D. Olegario y a D. José Manuel Sánchez Caro, gracias D. Ricardo por acceder a mi petición de consagrarme Obispo), a mis amigos de Friburgo y del Ticino, a la amistad de D. Julián en el Tiemblo y D. Baldomero, que me ayudaron a ser mejor sacerdote. Hacemos hoy un recuerdo agradecido de D. Felipe Fernández García, sacerdote placentino, que como Obispo de Ávila me ordenó sacerdote.

Saludo con afecto a los amigos sacerdotes venidos de tantos lugares: con los que he tenido relación unas veces de padre, otras de hijo, y otras de hermano mayor o menor. A los consagrados y fieles laicos que desde los lugares en los que he vivido  y servido a Dios y a su Iglesia, habéis hecho el esfuerzo de haceros presentes en esta hermosa celebración. Compañeros profesores y antiguos alumnos del Colegio Asunción de Nuestra Señora y  de Pablo VI de Ávila, trabajadores y chicos de la Casa Grande de Martiherrero, parroquias del Inmaculado Corazón de María, Tornadizos de Arévalo, de mi querida parroquia de San Pedro Bautista. Gracias a los amigos más íntimos, porque vuestros rostros y vuestra compañía es la concreción de cómo el Señor ha acompañado y cuidado amorosamente mi vida”.