Los ornitólogos arevalenses Javier García Sáez y David García López han realizado un trabajo de seguimiento y localización de nidos en Arévalo de una especie (Delichon urbicum) vinculada al hombre y a sus asentamientos, pues utiliza principalmente las cornisas y aleros de los tejados para construir sus característicos nidos, formados por más de un millar de trocitos de barro.

El censo del 2016 arrojó la cifra de 1.059 parejas nidificantes, lo que es un “muy buen dato comparado con poblaciones más grandes”, como las 2.681 parejas reproductoras de Valladolid, pero durante el censo de junio de 2017 se han contabilizado 958, lo que supone un diez por ciento menos de nidos.

Los ornitólogos achacan el descenso a “la destrucción directa e ilegal de los nidos por el hombre, que los quitan por los excrementos que ensucian las fachadas sin importar las crías o huevos que haya dentro ni el esfuerzo de esos diminutos padres para construirlo”.

Ver la evolución

Opinan en el estudio que aún siendo pronto para sacar conclusiones, “tendrán que pasar más años para ver la evolución”, por lo que llevarán a cano censos anualmente.

Lo que recuerdan es que la ley protege a estas aves, por lo creen debe denunciarse la destrucción de nidos y colonias de avión común ante “la importantísima labor que realizan los aviones al eliminar una ingente cantidad de mosquitos”, y apuntan que hay soluciones en el mercado para proteger los edificios de los excrementos, ya que para retirar los nidos fuera de época de cría es necesario permiso.

El avión es una especie muy popular, que a veces se confunde con otra con la que está emparentada, como es la golondrina, si bien ésta es algo mayor y estilizada, con la cola más larga y hace los nidos en forma de cuenco dentro de portales y construcciones, nunca bajo los aleros de los tejados, ni formando grupos o colonias como hace el avión.

Los ornitólogos autores del trabajo subrayan la “relación simbiótica” entre el hombre y el avión común, porque ésta recibe un lugar en el que nidificar y los hombres ven reducir el número de insectos de forma natural, ya que cada ave puede llegar a consumir cada día 800 insectos y que en peso puede suponer unos 20 kilos al año.