En la Venta del Obispo, a la orilla de la Nacional 502 y en el término de San Martín del Pimpollar, ante unas decenas de personas se ha presenciado una rutina ganadera que para los de ciudad no lo es, por eso se ha abierto al público, como también se ha hecho con la fiesta de la trilla.

“Es una labor que se hace cuando hace frío, cuando ya no hay moscas, para evitar infecciones en las heridas”, explica César del Río, de la ganadería Venta del Obispo, “lo habitual es tumbar a las reses en el suelo y hacer una hoguera, pero la lluvia nos lo impide”.

Y en el momento en que dejó de caer agua, en la mañana del sábado, empezaron a pasar las terneras de raza avileña-negra ibérica por una manga (un estrecho paso entre dos corrales) y allí, con los herrajes al rojo vivo gracias a un soplete, se ejecutó la tradición sujetando con fuerza al ganado, que obsequió a los presentes con una lluvia de barro, no apto para urbanitas.

“¿Quién quiere hacerse un tatuaje? Hoy es gratis”, es escuchó decir. Las reses marcharan ahora a hacer la trashumancia, a terrenos más cálidos se Extremadura.

Una veintena de reses y dos caballos se marcaron ante la mirada atenta de los foráneos, ante la música del grupo de dulzainas Resiste, de Hoyocasero.

La Asociación de Empresarios del Norte de Gredos (Asenorg) agrupa a más de un centenar de empresarios de la zona, desde Bohoyo a San Martín del Pimpollar, que quieren favorecer la llegada de visitantes con eventos de este tipo o como el de la floración de los piornos o el que se quiere potenciar de observación de las estrellas bajo los oscuros cielos de la sierra.