De toda la vida

Luis Represa

Cualquier persona que viva entre nosotros lo habrá oído: “Es de Ávila de toda la vida”. Incluso un profesor escribió un libro, cuya lectura recomiendo, para conocer el paño y percal del personal que habita. El libro en cuestión se llama ´Los de siempre’, frase perfectamente intercambiable o sumatoria a “los de toda la vida”.

Lo curioso del asunto es que se pronuncia con un cierto deje de orgullo, como blasón que justifica un aura de superioridad. Algo que identifica a determinados ejemplares de la tribu y los cualifica para practicar la endogamia. Compartir costumbres y asimilar una forma de ser, caracterizada por la ausencia total de imaginación, miedo al pensamiento, y sumisión a determinadas figuras que, aquí, son autoridades de algo, y en territorios  más civilizados vivirían de la caridad pública en forma de salarios de integración social.

A servidor, esta gente, en su mayoría católicos pero no cristianos, practicantes pero no creyentes, le resultarían ajenos y hasta le haría gracia, ese provincianismo barato de patatas revolconas, panceta y pipas, siempre y cuando no interfirieran en la vida pública.

Es decir; si se limitaran  a ser figurantes de un hipotético centro de interpretación de la clase media mental baja no harían daño, y serían parte del paisaje urbano como las palomas y otros pájaros, pero el problema es la vertiente pública de su existencia.

¿Cuántos puestos de libre designación, en Diputación, Ayuntamiento y Junta de Castilla y León (organismo inútil donde los haya), se han creado única y exclusivamente para que los familiares, conocidos o hijos de los “de toda la vida”, tengan el sustento asegurado a costa del erario público?

¿Qué sentirán los funcionarios de carrera viendo a esta gente entrar, primero como interinos a dedo, luego aprobando concursos falaces, y en algunos casos teniéndolos de jefes? Y todo ello sin el menor talento, sin esfuerzo alguno, únicamente por su pertenencia a determinado grupo que considera la inutilidad  de los suyos, un problema a resolver por las administraciones.

¿Porqué se considera normal lo que no deja de ser un asalto a las instituciones?.

Es urgente escribir ‘la historia local de la infamia’, el reverso de tanta complacencia sobre las supuestas bellezas y méritos de la ciudad. A lo mejor descubrimos que aquí no hay huella alguna de Santa Teresa o  San Juan, sino influjo de caciques del XIX , con coches del XXI y un aroma  asfixiante de ladrillo y caja de ahorros quebrada que han hecho de Avila una de las ciudades  con menos futuro de España.

Quizás no estaría de más hacer una lista de todos aquellos apellidos que copan los puestos de libre designación, o que ahora son fijos previa interinidad en Junta, Ayuntamiento, Diputación o empresas y fundaciones públicas.

No habrá sorpresa, no serán ni los Medicis, ni los Sforza, ni los Alba, ni los Kennedy, pero serán, eso sí, de Ávila de toda la vida.


[Img #5366]‘”Los de siempre” Poder, familia y ciudad (Ávila, 1875-1923)’.
Eduardo Cabezas Ávila.
Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Colección Monografías, número 180. Madrid, 2000.

(21)
Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.110

Quizás también te interese...

Quizás también te interese...

Más contenidos

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.