En el primer día otoñal, con ocho grados, a primera hora de la mañana del miércoles una larga cola de jóvenes con sus maletas entraba en el recinto policial y, tras situarse en la explanada, han sido llamados al auditorio para asignárseles a una de las 30 secciones.

"Los echábamos en falta, porque lo principal de una escuela es el alumno, y el profesor sin ellos se encuentra vacío", ha reconocido Alejandro Sastre, inspector-jefe, profesor y miembro del Departamento de Relaciones Institucionales, quien ha recordado las promociones de más de 5.000 alumnos de hace unos años, que se dividían en dos fases. "Es una gran satisfacción encontrarse a alumnos por las aulas y pasillos", ha reconocido.

Los 1.304 futuros policías de la escala básica, de los que 936 son hombres y 368 mujeres, superaron la fase de oposición entre miles de aspirantes. Ahora recibirán un curso de formación durante diez meses, para luego realizar prácticas de un año en unidades y dependencias policiales de toda España.

Es la XXXII promoción, cuyos integrantes saldrán titulados con su destino en 2018. Precisamente llegan a la escuela policial meses después de que recibieran sus despachos, en junio, la promoción más reducida, que fue de 169 agentes.

Para el año próximo crecerán más los alumnos hasta llegar a 2.615, de acuerdo a la última convocatoria de plazas, publicada en abril.

Aunque en la oposición tuvieron que superar un examen de inglés, lo primero que harán en el centro de formación será otra prueba del idioma para que "haya el mismo nivel en las clases con aprovechamiento de todos los alumnos", según ha decidido el equipo directivo.

El aumento de alumnado también ha obligado a contar con más profesorado de todas las disciplinas, que se ha incorporado hace 15 días y algunos antes del verano, que también han tenido que pasar por un curso de formadores. El número de docentes se vio mermado a raíz de la reducción de las promociones.