La obra de gran formato, instalada junto al Cristo de las Angustias también recientemente restaurado, está dedicada a una de las visiones que la santa tuvo en esta capilla cuando iba a  confesarse y pedir consejo al Padre Ibáñez. La imagen representa el momento en que se le aparecen la Virgen y San José, y la visten de un manto blanco y un collar de oro, acto con el que siente que le son perdonados todos sus pecados, según narra en el capítulo 33 del 'Libro de la vida'.

Según la restauradora Virtudes Jiménez, de la empresa Édolo, a falta del estudio histórico la autoría puede ser atribuida a Alonso Cano o a algún miembro de su escuela.

Se basa en "un listado amplio de características que las obras de Alonso Cano presentan y que se repiten en este cuadro", como "diagonales encontradas, espacios que no se limitan al cuadro sino que continúan más allá de él, dinamismo en los pliegues y escorzo", a la vez que "resalta la escena central sobre fondos oscuros y cambios de texturas e intensidades en la aplicación de pintura".

El cuadro, presentado hace dos meses en la Cátedra Santo Tomás, fue un regalo de un prebendado y canónigo de la ciudad de Avila a los Padres Dominicos en el año 1674. Desde entonces estuvo en la capilla sobre el pequeño altar que se hizo tras la canonización y en homenaje a Santa Teresa. A principios del siglo XIX, unos dominicos asturianos de regreso a su tierra se lo llevan hasta el convento de Corias (Asturias), desde donde pasaría con otras obras a Caleruega (Burgos) y se le pierde el rastro,

Tras investigar su paradero, fue hallado en muy malas condiciones y sin casi apreciarse lo que representa. Trasladado a Santo Tomás, la recuperación se inició en noviembre. Desde el domingo cuelga en la capilla dedicada a Santa Teresa.