UPYD ha sido eso; el boludo de la bandera, el partido aquél, que en el año 2007, cuando España era una fiesta de crecimiento económico, burbuja inmobiliaria y crédito fácil, clamaba contra la corrupción, los privilegios fiscales, las duplicidades y el reparto de jueces, exigiendo una regeneración democrática, sin renegar de la transición y defendiendo la constitución y la nación española.

En ese entonces, a los ciudadanos ese discurso de regeneración, les resbalaba y lo tomaban como una extravagancia de intelectuales que  trataban a los ciudadanos como mayores de edad. Ciudadanía qué sin embargo, prefería tomarse cañas, y les cargaba el que vinieran unos tipos  muy leídos hablando de regeneración e igualdad entre españoles. Lo más agradable era no pensar, ver la tele, disfrutar de 'Gran hermano' y  de las hazañas futbolísticas  de Ronaldo y Messi.

Ante este panorama de molicie ciudadana, población sin convicciones ni inquietudes, más predispuesta a los “sentires que a los pensares” UPyD  aparecía como  un partido básicamente de intelectuales.
 

Herederos del partido reformista de Melquíades Álvarez, de la Institución Libre de Enseñanza, creían en la tercera España y respetaban por igual a Julián Besteiro y a Dionisio Ridruejo,

Eran “camusianos”, sabían que se trataba de ser rebeldes y no revolucionarios, pero no fueron teóricos, decidieron predicar con el ejemplo, y no sólo denunciaron la corrupción;  la combatieron;  y así,
los ladrones y estafadores de Bankia, y demás cajas se encontraron con un partido que en lugar de salir con la pancartita o ir a los estudios de La Sexta   acudía  a los tribunales en defensa efectiva de los afectados.

Llegó la crisis; y el personal descubrió como nuevo lo que UPyD venia diagnosticando, era el momento de UPyD. Sin embargo UPyD ya llevaba la semilla que la iba a destruir; la de coexistir dos partidos bajo las mismas siglas: el  partido de Rosa Díez, por una parte, y UPyD, por otra.  

En el partido de Rosa Díez la adoración acrítica a la lideresa era semejante a la que sienten en Corea del Norte por el líder máximo; en esa adoración destacaban, la doble traidora y desleal Irene Lozano, el candidato por Madrid Ramón Marcos (que entre pensar u obedecer a Rosa Díez siempre se decantaba por la segunda opción) y el inefable Carlos Martínez de Gorriarán, el cual, ha leído todos los libros del mundo menos 'el manual  para  hacer amigos', y  el 'tratado de  la educación y las buenas maneras', y que gracias a sus intervenciones algunos de los que nos fuimos  podemos gritar "¡Gorriarán, pero no convencerán!".

En el grupo de UPyD, por el contrario, lo fundamental era el manifiesto fundacional, y a Rosa Diez se la respetaba pero no se la adoraba, y desde el principio se planteó la conveniencia de una unión con Ciudadanos, (http://avilared.com/not/2694/ciudadanos-de-cataluna-como-ejemplo), la dupla Rosa Diez-Albert Rivera, podía convertirse en una alternativa de Gobierno, no para ocupar las instituciones sino para limpiarlas.

La unión era doblemente ventajosa; UPyD pondría unos cuadros muy bien preparados, una estructura limpia de corrupción, y una labor política impresionante, al alcance de muy pocos, y Albert Rivera pondría el rostro a ese movimiento y el futuro liderazgo.

El portavoz de ese grupo fue don Francisco Sosa Wagner (cuyo libro, 'El estado fragmentado' debiera ser de lectura obligatoria), y en cuanto  propuso la unión, los adictos al partido de Rosa Díez, encabezados por la mezquina Irene Lozano, se descubrieron como unos sectarios incompatibles con la disidencia  y la democracia.

Llevados de una soberbia inaudita se dedicaron a ningunear a sus bases y militantes, haciendo caso omiso del clamor, no para la unión sino para que fueran ellas las que decidieran, es decir, que decidieran aquellos qué estaban dedicando su esfuerzo, su tiempo, su dinero, su dedicación de forma altruista y generosa a  la vida pública.

Era un insulto, ese tomar a los militantes como menores de edad incapaces de decidir su destino, y protegerlos a su pesar, de las malas compañías.

Rosa Díez, Irene lozano y el Gorriarán se olvidaron de que  los militantes de UPyD no creían en la divinidad de Rosa Díez, y  querían estar en un partido democrático y no en un convento, donde la madre superiora  preservara a los oblatos de las tentaciones del mundo y de la carne.

Ante el estupor de los militantes y simpatizantes, los miembros del Consejo Político Nacional avalaron la decisión de no ir con ciudadanos así como montar un auto de fe a don Francisco Sosa Wagner, por decir públicamente lo que los militantes, en gran parte. pensaban, y los votantes deseaban.  Menos de diez personas, de un total de 150, tuvieron el valor y la coherencia de decir que no a Rosa Díez.

Era una cruel paradoja, el partido que denunciaba la desafección entre los ciudadanos y sus representantes, reproducía exactamente el mismo vicio en su orden interno; entre lo que decidían sus representantes y lo que pensaban y opinaban gran parte de sus militantes, votantes y simpatizantes no había relación alguna.

El resto de la historia es conocida; los ciudadanos legítimamente han decido castigar la estrategia de Rosa Díez y votar otros partidos, qué prometen  lo que UPyD hace, es decir, prefieren el pájaro volando que  ciento en mano, la lógica no se entiende y nadie en su sano juicio la aplicaría en su esfera privada. Pero la democracia es así, y desconocer el componente sentimental, emotivo del voto, aderezado y multiplicado exponencialmente por los medios de comunicación ha sido el gran error de UPYD y de Rosa Díez

Claro que, quizás fue mayor error el dirigirse a la población como si estuviera compuesta por licenciados de Oxford y premios Nobel, en lugar de un país donde la telebasura es la máxima formadora de opinión pública y donde la gente prefiere un  cotilleo  a cualquier análisis sobre la realidad.

Ahora la situación es hasta cómica: los partidarios de la tercera España y de ir de la mano con Ciudadanos se han ido a su casa o se han quedado a dar la batalla interna, mientras que los del “partido de Rosa Díez”, enemigos acérrimos de cualquier acercamiento a Ciudadanos, porque según sus palabras "eran un nido de corruptos”, se están pasando en masa, al albur de unas encuestas y unos resultados electorales que auguran los sillones, en paisajes más naranjas que magentas.

Mi respeto para todos; uno no es nadie para juzgar; pero siempre serán más dignos los que dan la batalla, aún sabiéndola perdida y se han quedado, que aquellos que nos hemos ido a casa, o los que han emigrado en busca  de nuevos aires.

En todo caso, las buenas gentes de UPyD han descubierto tarde que, desgraciadamente, en política no debe uno adelantarse a la sociedad, se trata de ser el abanderado y no el boludo aquel de la bandera.