Cuando acudió a Hoyocasero, Aikin, que ha desarrollado muchas obras dedicadas a los laberintos, visualizó el milenario laberinto de Mogor (Pontevedra) en una explanada rodeada de inmensas piedras, piornos, lavanda, tomillo y otros matorrales. Asegura haber quedado “profundamente impactada por la belleza arisca del lugar” y se propuso “un homenaje a la fuerza telúrica que emana de la naturaleza pedregosa y árida”.

Y ahí creó un laberinto en 48 horas de intenso trabajo, ayudada del colaborador del centro Juan Rodríguez: “metáfora de la gran madre de la que nacemos y a la que regresamos una vez cumplido nuestro ciclo vital, lo suficientemente grande para poder entrar en él y recorrer todos sus vericuetos, llegar a su centro, recibir su energía y luego desendarle y salir de nuevo por el canal del nacimiento, energetizados y silentes”.

De 15 metros en su eje, alineado con El Risco del Sol de la Sierra de la Paramera, la diosa se encuentra, según Aikin, “abierta de piernas, esperando a los visitantes para que la caminen, a los que se invita a seleccionar cuidadosamente una piedra de la cantera cercana y colocarla en algún lugar del laberinto, así  será la obra de todos”.

En la roca
Otras de las nuevas obras la extensión de 30 hectáreas de Cerro Gallinero son de Azucena Pintor, como ‘Hilo con.duc.tor’, elaborada con ropa en desuso “convertida en liana serpentina o reptil que al mudar la piel se regenera entre las grietas”; ‘Constelación diurna’ y ‘Líneas ingrávidas’, “evidencia de una grafía natural, mediante pintura en el granito, producida por la diferencia de erosión, en unas líneas que al tener más proporción de cuarzo se deterioran más lentamente resaltando sobre la superficie”.

Para la nueva temporada, el promotor del centro, Carlos de Gredos, propone una obra en euskera en la parte oriental de la cima del cerro, a 1.617 metros de altitud. Sobre una roca y a modo de plataforma, compone la palabra ‘Elur’, que significa nieve.

“Es un vocablo especial pues encierra otros dos por sustracción sucesiva de sus dos primeras letras: así, si desaparece la E queda LUR, que significa tierra y, si quitamos la E y la L, tenemos UR, que no es otra cosa que el resultado de derretirse la nieve, es decir, agua”,

Según el autor, “para evidenciar las tres palabras empezamos con el mármol blanco de la E, seguimos con la tierra del lugar ocupando el volumen de la L, y para terminar, la U y la R están resueltas a modo de cuencos o pilas, para que cuando nieve o llueva la obra la termine la naturaleza”.

La inauguración, este sábado, se completa el domingo con la intervención del poeta Francisco Cenamor, invitado el ciclo ‘Recitales poéticos una hora antes del ocaso’, en el paraje Praíllo Mijares, junto al altar vettón, a las 20,04 horas.