Ellos; los partidos, los sindicatos, la patronal, y las instituciones representadas en el consejo de administración de la extinta Caja de Madrid y Bankia, son la prueba del nueve de que el sistema está entrelazado por una red de intereses que nada tiene que ver con el interés general. Poder político, poder financiero y poder mediático se entrelazan de tal manera que acaban convirtiendo la democracia en una finca privada de vastas proporciones donde los ciudadanos somos los aparceros que ellos necesitan para sacar adelante sus cosechas.

Visto lo visto, este podría ser el texto del discurso para ingresar en los consejos de administración de las antiguas cajas de ahorros:

"Nos encontramos aquí para aceptar a un nuevo miembro en el consejo de administración. Ahora estás ingresando en la honorable sociedad de la caja, la cual acoge solo a hombres de valor y lealtad. Entras con el aval del sindicato, del partido, de la patronal, del gobierno autonómico, del ayuntamiento, o de la diputación y una vez que firmes tu ingreso en el consejo, solo podrás salir de él siendo rico. Los sueldos, las dietas, las tarjetas de crédito serán los instrumentos mediante los cuales vivirás muy bien. La caja está antes que todo, antes que el depositante, antes que el inversor. Cuando se te llame debes acudir siempre a la reunión del consejo, aunque tengas otros intereses personales. Hay dos leyes que debes obedecer sin titubear: nunca traicionarás los secretos del consejo, y nunca te preocuparás por la buena marcha de los depósitos de los clientes. La violación de estas reglas significará tu expulsión como miembro del consejo. Y si cumples con ellas te llevarás una indemnización escandalosa. Levanta tu dedo y haz brotar una gota de sangre, ya que ésta simboliza tu nacimiento en nuestra querida familia de la caja. A partir de ahora te harás inmensamente rico".

Lo más duro de aceptar por los ciudadanos, a los que esquilman las entidades financieras, es que esto ocurra con representantes políticos, sindicales, patronales e institucionales. Está claro que hace mucho tiempo que las ideologías dejaron de tener sustancia. La sustancia ideológica estaba, y está, en garantizarse una buena vida haciendo ver que defienden el interés común. Todas las élites tenían representación en los consejos de administración de las cajas, se supone que para controlar a entidades que no tenían ánimo de lucro, pero casi todos acababan firmando en los “libros” al más puro estilo de Cosa Nostra. En fin… queda claro que las cajas de ahorros, los partidos y resto de agentes sociales e instituciones no gestionan ni custodian el bienestar de todos, solo gestionan mentiras y sus patrimonios.