En el local de ensayos, sus compañeros de fatigas, Safa y Lolo mantendrán vivo su recuerdo musical. Lolo ha sido su amigo desde los 12 años: “no, no era mi amigo, era mi hermano”, afirma tajante.

“Era nuestro maestro en la música, nuestro oído, de él aprendíamos”, explica Lolo dos días después de su fallecimiento, el 1 de mayo. La historia de ellos es parte de la historia del rock abulense de las últimas décadas, asociada a nombres y más nombres de grupos, bandas de rock and  roll y orquestas de baile, que tenían su mirada puesta en el rock de los primeros tiempos, descubierto a poco a poco.

El servicio militar, que hizo con Safa y Lolo en 1974, supuso un hito y desde entonces sus trayectorias estuvieron entrelazadas en torno a la música como elemento fundamental en sus vidas.

Lolo desglosa nombres de grupos en los que Germán manejó la guitarra y no para: Los Cobras, luego Los Dandys, Los Titanes, Los Olmos… Innovación, Saturno, Chicle, Globo, Mensis…
Vergas Rock Band fue el último, donde tocaba la guitarra y hacía coros. En los últimos tiempos contaba con un teclado con el que se ayudaba para componer canciones.

Rockero auténtico
Otro músico amigo, diez años más joven, define a Germán, como “el tío más buena gente de Ávila, el más simpático, el más gentil, el rockero auténtico sin pose ni fachada, un tío sin prejuicios, discreto, que rompió los moldes en una época en la que llevar pelo largo y ser rockero era calificado en Ávila poco menos como un hijo de Satanás”.

“Pero él paso de todo, le importó un huevo el ‘qué dirán’ hasta la actualidad, porque a él le daba igual lo que la gente pensara de las pintas que llevara, entre otras cosas porque sus valores estaban por encima de todo eso, él era ante todo una buenísima persona y todos le queríamos”, añade.

Grano de azúcar
“Me gusta encontrar un grano de café en un tarro de azúcar, aunque en este caso prefiero decir un grano de azúcar en un tarro de café”, dice el músico Jorge Marazu sobre Germán.

“No fuimos grandes amigos, aunque sí compartimos unas cuantas charlas, por eso mi admiración, respeto y gratitud”, añade.

Marazu recuerda que le invitó a un concierto y le dedicó un tema: “sé que le hizo ilusión aquello, a mí más aún.”.

“Él abrió la brecha junto a sus camaradas en una ciudad complicada, eso es un paso que todos debemos agradecer y tener en cuenta”, subraya. “Gracias a gente como él somos menos raros”, concluye.


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