Del Sábado, 06 de Septiembre de 2025 al Miércoles, 10 de Septiembre de 2025
Por qué hay que echarlos
El PP en Ávila no es un partido. Más bien parece un negocio, una agencia de colocación, satisfacción de intereses y ambiciones privadas a costa del erario e instituciones públicas.
El paradigma es Díaz de Mera: todavía algunos recordamos entre carcajadas el mitin en el que, dirigiéndose al ministro Acebes, dijo: "Me gustaría que mi nieto se pareciese a ti". Semejante exhibición de impúdico y público peloteo le fue muy rentable.
Nombrado Ángel Acebes responsable de la cartera Interior, al ahora europarlamentario le dieron el cargo de director general de la Policía y, por supuesto, Ávila, la ciudad con la que tenía un compromiso moral y público por cuatro años, pasó a un segundo plano.
Se fue a Madrid de figurón, pero, eso sí, le dio tiempo a inaugurar la entonces inconclusa plaza del Mercado Grande, destrozar el cementerio musulmán, y dejar un barrio de la universidad masificado y absurdo mientras negaba la ampliación de la Ciudad Deportiva.
Sin embargo, dos años después de su nombramiento pusieron unas bombas asesinando a cientos de personas, lo que trajo al peor presidente de la historia de España, y él se quedó sin cargo, pero claro, no volvió a esa ciudad a la que decía amar, ni a la docencia.
¡No!, se le colocó de eurodiputado, mientras su yerno se hacía irresponsable del urbanismo de Ávila. Labor ésta, muy por encima de sus aptitudes, capacidades y opacidades, y donde con su dedicación exclusiva podía exhibir su infinita facultad para no hacer nada.
Años después, la madre del nieto antes citado entra como concejal y logra un puesto de libre designación en la Diputación.
Por su parte, Antolín Sanz y Sebastián González llevan más de 27 años viviendo de la política, sin aportar nada más que declaraciones vacuas, lugares comunes y comilonas de hermandad popular en la provincia.
Acebes revolotea por ahí, ahora de directivo forrado en Iberdrola, descubriendo su sorprendente sabiduría en temas energéticos, a la par que García Nieto se sacrificará en el Senado, mientras que la senadora Ángeles Ortega va de subdelegada del Gobierno. Aquí se intercambian los puestos como quién intercambia cromos.
En Mongolia, hace siglos Tamerlán hacía algo parecido.
Ahora, temblando por las encuestas, la corrupción y la traición a sus votantes hablan en Ávila de renovación, en un patético intento de cambiar algo para que no cambie nada.
Renovación no es cambiar los nombres, renovación es cambiar la forma de elegirlos, sin embargo, al nuevo candidato del Partido Popular le ha designado el mismo dedo rancio que eligió a la camarilla anterior.
Uno se pregunta: ¿en qué piensan sus militantes para, en pleno siglo XXI, ser “felpudos pega carteles" en vez de ciudadanos dignos y exigir un mínimo comportamiento, no ya democrático, sino meramente decente?
Esta camarilla jamás ha pasado por unas elecciones internas, donde seguro se llevarían una sorpresa: su puesto viene de la sumisión, de su mediocridad, de su inutilidad manifiesta que no dudan en manifestar ante sus superiores. Al fin y al cabo lejos de ellos está la funesta manía de pensar.
Cuanto más lejos del talento más próximos del chollo.
¿Se puede confiar en un partido en el que sus juventudes se prestan con tanto entusiasmo hacer de payasos y figurantes en los mítines? De verdad, resulta aborrecible verlos sentaditos detrás del líder asintiendo mientras aplauden majadería tras majadería.
Estas malas hierbas crecen en ambientes podridos, y quizás no seamos los ciudadanos ajenos por nuestra inacción o nuestro conformismo. Hay que preguntarse en qué momento, como el Perú, se fastidió Ávila, cómo nació este ambiente provinciano, tan cateto, de miseria, moral e intelectual.
Ese ambiente, ¿fue espontáneo o contribuyeron a crearlo?
Este ambiente, vil y embrutecedor, es lo que ha dado mayorías absolutas a gente que ha destrozado la ciudad, que la ha incomunicado, que ha hecho del Ávila nueva una ciudad dormitorio de las más feas de España y de Europa. Eso sí, en connivencia con unos medios de comunicación (salvo honrosas excepciones digitales ) y unos constructores felices de tener gente tan comprensiva en las instituciones .
¿Será así por los siglos de los siglos?, ¿crecerán las Jimenitas, Martines, Lorenas, Angelicas y Alvaritos del futuro en semejante cenagal?
La gaviota es pájaro repulsivo, agresivo y con predilección por las basuras, vive del esfuerzo ajeno y no admite competencia en su territorio, sin embargo aquí en Ávila la preocupación son las palomas. A lo mejor debiéramos pensar en plaga más dañina aún, la de las gaviotas peperas, que además se soluciona sin esfuerzo, simplemente con papeleta en urna, una a una, gota a gota, hasta formar aguacero y tormenta que los arrastren.
Así, estos tipos disfrutarán de ese retiro que tanto anhelan y dejarán de cantar las virtudes de Ávila para centrarse en las de Simancas, donde a lo mejor; como no le conocen, eligen alcalde a uno de los suyos...
Kepa | Lunes, 30 de Mayo de 2016 a las 10:01:44 horas
Muy bien razonado el por qué hay que evitar al PP de Avila.
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